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El visitante

Sergio Chejfec

TEORÍA Y ENSAYO

En las piezas de cámara que componen El visitante hay un tratado implícito sobre la escritura y el viaje como modos de conocimiento desviado. A través de una serie discontinua y aleatoria de textos, Chejfec traza pequeñas teorías sobre la migración, los desplazamientos y las (re)localizaciones en el cruce con los avatares de la lengua. La pregunta por la escritura y la pregunta por el viaje parecerían ser la misma materia, aquello que está fuera de lugar.

El visitante es un libro que hace de la distancia (geográfica y temporal) el punto de lectura. Chejfec no es un autor de lo lineal ni de lo certero ni de lo directo, sino que sus ensayos proceden de forma tenue, como espirales que sondean el tema para encontrar un lado lateral, un punto blanco, por el cual entrar. Esa distancia le permite hacer de una visita a la ciudad de Azul o del análisis de las películas de Béla Tarr el territorio sobre el cual pensar la representación realista (y hacerla volar por el aire), especular sobre la experiencia anómala del exiliado o poner patas para arriba el canon tradicional de la literatura argentina. La distancia de lectura (que nunca es la misma) hace de cada ensayo una pieza que muestra al mismo tiempo las tensiones y anacronismos de la lengua, y quizás sea este el rasgo que iguala y cohesiona la heterogénea galería de objetos de estudio reunidos en el libro.

Sin embargo, y sobre todo, El visitante es la experiencia de lectura de Chejfec. Como nunca antes —salvo algunos antecedentes en El punto vacilante (2005)—, asistimos a su modo de leer y al lugar en el que se posiciona frente a sus precursores y contemporáneos. En cada texto queda documentada la forma en que entabla relaciones y prueba teorías mientras lee. A veces, crea instancias previas a la de la teorización que apuntan de forma deliberada a no clausurar el sentido. En los textos que recolecta El visitante, Chejfec es un autor de lo abierto, que a menudo parecería quitar las conclusiones finales en favor de lo incompleto, de “lo que no deja enseñanza”. Un antídoto homeopático contra las escrituras pedagógicas y las bajadas de línea.

Acaso buena parte de las ideas que se encuentran en el libro ya estaban como potencia en sus trabajos anteriores. La escritura del autor de Los planetas (1999) parecería llevar ahora más lejos preocupaciones que están desde el minuto cero en su literatura. Pocos autores han logrado hacer una obra tan magnética y expansiva. Ahora, con El visitante, se suma una nueva capa de sentido y escritura al palimpsesto.

Algunos años atrás, Eduardo Stupía (de quien es la obra que ilustra la tapa del libro y a quien Chejfec visita en su estudio en uno de los textos) creó junto con Luis Felipe Noé “La línea que piensa”, un proyecto dedicado al dibujo. Poniendo en relación el tríptico que conforman los últimos libros, Modo linterna (2013), Últimas noticias de la escritura (2015) y El visitante, podría decirse que la línea que piensa también es la que traza Chejfec de libro a libro, la línea que recorre “la elegía de la lengua perdida y el drama escénico, a veces benigno, de la lengua privada”.

 

Sergio Chejfec, El visitante, compilación de Alejandra Laera, Excursiones, 2017, 168 págs.

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