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La reminiscencia es un recuerdo ligero. Lejanía presente. Un residuo, podría decirse, anzuelo que sirve para llegar a una forma más activa de la memoria. El EPN Trío, un miniensamble tan curioso como fantasmal (han editado tres discos y tienen un cuarto ya grabado, pero sus presentaciones se agotan en los dedos de una mano), se ha valido de un vasto catálogo de remanentes afectivo-musicales para darle cuerpo a un disco de ambiciones fuera de lo común en la escena argentina. Facundo Negri (batería, percusión, dirección musical), Sebastián Preit (piano y teclados) y Héctor Britos (bajo y contrabajo) trabajan una doble idea de género: aquella que de un lado hibrida las músicas artísticas de tradición puramente escrita y aquella otra ligada a lo popular (jazz, rock). A la vez, se inscriben en ese “mundo paralelo” a los modos de consumo y circulación de los objetos. Forman parte de una dimensión casi desconocida, a la que se accede por cercanías, contraseñas o rumores. No por nada el disco se llama Reminiscencias. ¿Y qué es lo que además el EPN ha hecho con sus recuerdos? Traducciones (pensadas desde lo que decía Walter Benjamin: eso que queda en el camino para dar luz a algo nuevo) y reinvenciones cercanas a los resultados de la máquina interpretativa de Uri Caine. Ellos han trabajado con materiales variopintos en cada una de las obras. “Bajiana”, por ejemplo, trabaja, desde la cita o la proyección, con el Concierto italiano, la Suite II para chelo y el “Preludio 8” de El clave bien temperado. El universo de Juan Sebastián se entrevera con una red de samplers que incluye desde los tambores de Burundi hasta el dúo de música electrónica Autechre. “Gyorgy on my Mind”, es sobre aquello que más guardan de György Ligeti en sus mentes. “AnthonyCharlieBraxthONK Suit”, como lo dice el título, hace confluir a Parker, Monk y Braxton, pero también a Mingus y Ellington. La máquina funciona según los nombres propios que asimila: no es lo mismo Beethoven que Stravinsky, Frank Zappa y Edgar Varese que Schumann, o Charles Ives que Mahler. Parte de la diversidad de este disco tiene que ver con aquello que desborda al mismo trío: el añadido de una pequeña orquesta de cámara que incluye guitarra, flauta, clarinetes, fagot, trompeta, flugelhorn, corno, trombón, tuba, saxos, viola, chelo y la voz de Jaime Graña. La excepcionalidad es, en ese sentido, musical y de producción al servicio de la memoria, el imperio de la subjetividad, la explicitación del gusto, el oficio de la escritura, la frescura de lo que interactúa entre campos. EPN no sólo une distancias en términos de tradiciones. El virtuoso Preit vive en la Patagonia. Negri es el que más se dedica al oficio de compositor, además de ser un baterista único. Reminiscencias exige no sólo un escucha sino un vínculo táctil en momentos de liquidez musical. El objeto es la misma prolongación del disco. El diseño de Melisa Rolandi (¡que se pliega en dieciséis partes!) y las ilustraciones de Carlos Giusti completan el sentido del formato físico. Aquello que tiende a desaparecer (el CD) se vuelve en este caso algo más que remanencia: celebración de una victoria en la derrota que sigue la música.
EPN Trío, Reminiscencias, 2017.
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