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El cine es, de las innovaciones técnicas, la que más ha determinado el imaginario del siglo XX, incluso en los remotos pueblitos de provincia. Impalpable, una obra impecablemente lograda, presenta la historia de tres mujeres de uno de esos rincones apartados y las intensas relaciones entre ellas. A una especie de pastelería/fábrica de tortas, llega una nueva empleada, Lili (interpretada por Elisa Bressán). No es del pueblo y ha llegado para reemplazar a Blanca (Paula Manzone), quien ha viajado a Buenos Aires para triunfar como estrella de cine. Es decir, la obra presenta a la vez dos movimientos inauditos para el ambiente retratado: la llegada de una repostera y la huida de otra. Estela (Malena Schnitzer), una antigua empleada y amiga de Blanca, no logra adaptarse a tanto cambio con facilidad. Le ha prestado dinero a Blanca y sueña con seguirla a Buenos Aires para escapar de la vida asfixiante en el pueblo. En este marco se desarrollan las relaciones entre Estela y Blanca, en ausencia, y entre Estela y Lili, en presencia. En contra de cualquier expectativa razonable, Blanca triunfa en Buenos Aires y está en camino de convertirse en la futura Mecha Ortiz; pero las presiones de la ciudad y del mundo cinematográfico la hacen negar su origen pueblerino e incluso su propia identidad. Si bien la obra censura este comportamiento acomodaticio de la futura diva, saca a la luz, a su vez –a partir de las entrevistas de los periodistas–, los prejuicios propios de la ciudad, que funcionan como la contracara de los chismes del pueblo. El alejamiento de Blanca propicia el acercamiento entre Lili y Estela.
La historia es voluntariamente menor, algo que entona con las tendencias actuales del cine y del teatro; y este cruce entre cine y teatro es precisamente el elemento que la obra explota con éxito pleno. Una escenografía que subraya el fuera de campo y las entradas y salidas de escena propias de las comedias cinematográficas; una iluminación que recorta sobre los cuerpos diferentes tipos de planos –planos medios, primeros planos–; el sonido del proyector de cine y una música que remite en parte al cine clásico hollywoodense y en parte al cine argentino, criollista y tanguero, de la primera mitad del siglo XX. El montaje entre las escenas por medio de objetos (por ejemplo, un zapato que se transforma inopinadamente en teléfono) remite también de manera inevitable al cine. Incluso en las actuaciones vemos en parte reproducidos los mohínes propios de las divas de esa época. Las excelentes interpretaciones de las actrices logran siempre la empatía del espectador en los momentos dramáticos y la sonrisa en los pasajes cómicos.
Supongo que es inevitable decirlo: la obra está inspirada en entrevistas a Manuel Puig y en algunos pasajes de sus textos. El cine como sustituto o enriquecimiento de una vida menesterosa es probablemente el elemento más acentuado del mundo de Puig.
Impalpable, dramaturgia de Malena Schnitzer, Elisa Bressán, Catalina Alexander, Sergio Calvo e Ignacio De Santis, dirección de Sergio Calvo e Ignacio De Santis, El Extranjero, Buenos Aires.
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