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La vigencia de El manifiesto comunista

Slavoj Žižek

TEORÍA Y ENSAYO

Slavoj Žižek (Liubliana, 1949) realiza un experimento de corte óptico en La vigencia de El manifiesto comunista. En busca de dar una mirada productiva a los conflictos que nos acechan partiendo del texto de Marx y Engels, pone a contraluz un objeto para que este se retroilumine y así genere contrastes, siluetas, formas, acentuándolas o deformándolas. Si tomamos la historia misma como evaluador óptico y los textos como objetos pasibles de ser analizados, se puede constatar que no todos resisten el paso del tiempo y que su luz pocas veces continúa brillando hoy con la misma intensidad que en su momento de gestación.

Žižek retoma en este libro, dividido en seis partes, la vieja vía discursiva que lo hizo famoso —y que en sus últimos libros había perdido—, comenzando por la imagen “espectral” que recorre las páginas de El manifiesto,  y busca cambiar su sentido: ya no es el comunismo el que recorre el mundo en forma de fantasma tratando de poner en jaque al capitalismo; es, por el contrario, el mismo capitalismo el que produce iterativamente su propio malestar: “Mientras que el capitalismo suspende el poder de los viejos fantasmas de la tradición, genera sus propios fantasmas monstruosos”. Volviendo a la discusión ideológica —una de las especialidades de Žižek—, afirma que “la ideología predominante actual no es una visión positiva de algún futuro utópico, sino una cínica resignación, una aceptación de cómo es ‘el mundo en realidad’”, y que si osamos querer “cambiarla (demasiado), lo único que nos espera es un horror totalitario”.

Sabemos que el sistema actual empuja al individuo a reconfigurar su conciencia, determinando sus (degradados) modos de subsistencia y su constante malestar ontológico. Para despejar ciertos interrogantes, el autor de Visión de paralaje (2006) se vale de fragmentos del texto de Marx y Engels que le sirven como edificio de sentido y a la vez como sostén de su propia vigencia. Llama la atención, eso sí, que en el momento de evaluar los fenómenos —aunque aquí habría que hablar de residuos— que atañen a la cultura del emprendedurismo y la autoexplotación o falta de libertad bajo la apariencia de libertad, Žižek omita a un peso pesado como Byung-Chul Han, quien acaso sea hoy el filósofo de referencia en la materia. No obstante, cuando su programa se ciñe al análisis de estos temas, lo hace con maestría: “Puesto que en nuestra sociedad la libre elección se eleva a valor supremo, el control y dominación social ya no pueden aparecer como algo que coarta la libertad de cada uno: tienen que presentarse (y preservarse) como la mismísima experiencia de los individuos en cuanto que seres libres”.

Luego de concluir el libro, cabe preguntarse por la perspectiva de futuro que puede llegar a ofrecernos un horizonte comunista a la luz de un presente que se autopromociona como interminable. Además de afirmar que “la solución marxista clásica fracasó, pero el problema continúa”, Žižek nos ofrece una opción para repensar la posición desde la cual contragolpear al sistema, ya que “para ser fiel a Marx no hace falta ser marxista —aunque no está de más serlo, agregaría yo—, sino repetir el gesto fundacional de Marx de una manera nueva”.

 

Slavoj Žižek, La vigencia de El manifiesto comunista, traducción de Damià Alou, Anagrama, 2018, 80 págs.

14 Mar, 2019
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