Un arte vulnerable

Un mismo tema atrae el interés de un grupo de académicos amigos que empiezan a repensarlo y a transformarlo en conjunto. El tema es la escritura biográfica y, específicamente, las biografías de escritores, y el grupo —nucleado en torno al Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria (CETyCLi) y al Centro de Estudios de Literatura Argentina (CELA), ambos de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario— irradia la idea nietzscheana de que el pensamiento nunca acontece en soledad sino que irrumpe en la polémica, estimulado por la rispidez de los juicios de los amigos. Los dieciocho artículos que reúne Un arte vulnerable. La biografía como forma reproducen las exposiciones y los debates suscitados en un coloquio que tuvo lugar a fines de 2016 en torno a ese conjunto heteróclito de textos que Barthes llamaba “nebulosa biográfica” y que se caracterizan por producir y a la vez alterar subjetividades.

En el prólogo, Nora Avaro y Judith Podlubne aclaran que el título (“un arte vulnerable”) está tomado de Vidas ajenas. Principia biographica (1984), “vademécum del oficio” escrito por Leon Edel, biógrafo de Henry James, autor que había explorado antes y como pocos gran parte de las cuestiones centrales del libro, desde la in-distinción entre vida y obra o literatura hasta los vínculos entre biógrafo y biografiado. Así, basándose en la historia de Claire Clairmont —hermanastra de Mary Shelley, con quien tuvo una relación simbiótica— y Edward Silsbee, crítico obsesionado con unas cartas inéditas de Percy Shelley, James inauguró con Los papeles de Aspern (1888) un espectro de relatos sobre la figura del biógrafo y el particular campo problemático que lo rodea. De esta nouvelle surgieron luego ficciones y ensayos de distintos géneros que confluyen en una misma exigencia: la necesidad de dramatizar el acceso a las fuentes poniendo en primer plano “la micropolítica de la gestión de documentos como zona de combate” y “los entretelones de la negociación por el cuidado del archivo”. Podríamos decir que por eso varios de los artículos de Un arte vulnerable insisten en análisis que le dan otra vuelta de tuerca a la cuestión del giro autobiográfico.

Por su parte, el subtítulo —“la biografía como forma”, referencia intervenida al título del ensayo sobre el ensayo de Adorno— busca despejar el sentido del término “vulnerable”: la biografía es un género frágil, siempre incipiente (es decir, nunca modelizado) porque cada biografía es una forma posible, una entre muchas otras, de narrar una vida. Esto vale también para el archivo. Identificar los procesos de construcción de un archivo (“hacer una biografía del archivo”, en palabras de Carlos Surghi) equivale a dejar al descubierto que no existe ninguna entidad textual o documental por debajo de ese campo de fuerzas en disputa que cada lectura unifica provisoriamente. El mayor acierto de Un arte vulnerable consiste en desnudar, en el ejercicio de la crítica y la teoría, que todo archivo supone una política. Lejos de ser una simple cuestión académica, es una intervención decisiva que nos permite comprender que la política del archivo atraviesa y determina el espacio general de lo político entendido como res publica. Como sostiene Derrida, “la democratización efectiva se mide siempre por este criterio esencial: la participación y el acceso al archivo, a su constitución y a su interpretación”.

Nora Avaro, Julia Musitano y Judith Podlubne (compiladoras), Un arte vulnerable. La biografía como forma, Nube Negra, 2018, 340 págs.