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Hades en hastío

Leila Tschopp

ARTE

En una nueva instalación pictórica, Leila Tschopp (Buenos Aires, 1978) proyecta una situación escénica en el centro porteño. A primera vista, Hades en hastío se asemeja a una recreación del género del paisaje. Aunque conserva rastros miméticos, el suyo es un paisaje encriptado, fragmentario, inacabado. Ocho pinturas, tres mesas blancas de madera y un conjunto de elementos textiles sitúan a los espectadores, de manera forzosa, del otro lado de una corriente de imágenes de expresiva frialdad. Un Hades vaciado de presencias y emociones humanas puede provocar la necesidad de un sacrificio de la mirada.

Mediante la simbología de Hades (y del Hades, porque personaje y territorio comparten nombre), Tschopp ahonda menos en un imaginario que en una estructura de sentimientos contemporánea. La preposición del título de la obra interroga el hastío. ¿Es un modo de habitar el Hades, un entorno o un protocolo de acciones? La repetición de diferentes unidades visuales (una de las divisas del procedimiento de la artista) refuerza y al mismo tiempo contiene la amenaza de disolución.

Por otra parte, la instalación obliga a hacer cosas a los espectadores: acercarse o tomar distancia de las piezas que la integran, recorrerla por los bordes, intentar subirse a uno de los puntos de fuga de las pinturas, ocupar los huecos de la galería, respetar el límite que imponen las lonas pintadas en tonos de gris. Como corresponde a una deidad invernal y sombría, la mitología en torno a Hades también le concede una dimensión sensible y bien provista de deseos. Es así como el inframundo se manifiesta en la instalación de Tschopp, realizada específicamente para el espacio de Pasaje 17, a la manera de un teatro de operaciones. En las pinturas, se perfilan rocas, grutas, glaciares, picos nevados y árboles sin vida, figuras declinadas en una paleta deliberadamente opaca de tonos ocres, rosados, azules y blancos. En el centro de la escena, lonas plegadas y fósiles, blandas en apariencia, imitan el rictus de un movimiento fluido. Mientras, tres mesas pintadas de blanco se empeñan a cuenta de un mismo objetivo: vestir el hastío.

El sentimiento del hastío se vive como experiencia. Signo de la época sobre el que Tschopp reflexionó a partir de la obra de Mark Fisher, actúa como el umbral de un mundo detenido, ya ni siquiera latente. “Es el hiato, la tierra de nadie, la noche negra que no antecede al día. Hades no tiene presente, existe entre presagios y repeticiones. Es un vacío parlante, una astilla, un espectro desgarrado que insiste en repetir un mantra: ‘golpearemos las gargantas de quienes no creyeron en nuestra gloria’”, se lee en el texto de sala escrito por Tschopp y Hernán Borisonik.

Para la muestra, la artista ideó junto con la bailarina y filósofa de la danza Marie Bardet una serie de performances en las que Bardet imitaba o se acoplaba al universo de las cosas existentes en Hades. Disuelto entre la presencia de imágenes desoladas, mesas rituales y lonas lacónicas, el cuerpo de Bardet ensayaba con un código inhumano de gestos la posibilidad de descifrar el aura de futuro perdido del mundo que habitamos.

 

Leila Tschopp, Hades en hastío, Pasaje 17, Buenos Aires, 25 de abril – 19 de junio de 2019.

20 Jun, 2019
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