Otra Parte es un buscador de sorpresas de la cultura
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El enfrentamiento con el coronavirus es por lo menos doble y ambiguo. Exige acción consecuente del Estado y cumplimiento firme de reglas colectivas, públicas y privadas de prevención, vigilancia y cuidado mutuo. A la vez obliga a la mayor parte de la sociedad a la reclusión, la promiscuidad, el afecto vigilante, para muchos al aislamiento solitario y en última instancia a la quietud, una situación perturbadora para un mundo malcriado en la satisfacción inmediata y temeroso de aburrirse. El aburrimiento no sería un problema si nos llevara a pensar en el sentido de la aceleración, si de vez en cuando derivara en una percepción atenta pero vagabunda. Es un beneficio que no se ha aprovechado mucho, y la alternativa es infrecuente. En la casa hay una buena cantidad de trabajos y distracciones posibles pero siempre sobreviene un paréntesis de vacío o al fin no queda nada que hacer, salvo considerar si aparte del virus no hay otro enemigo. El aquietamiento sería uno de los aspectos del cambio de formas de vida, complementario a la comentada quiebra de un sistema malsano. El alud de información palabrera no para, ni deja de hostigarnos el spam cargado de mercancía. Sin embargo, necesitamos la información sobria de fuentes específicas y atendemos a los consejos para la prevención del contagio, tanto como agradecemos las descargas gratuitas de objetos culturales online o las intervenciones de los que llamamos pensadores e investigadores científicos. Sería un facilismo pusilánime decir que esto no soluciona nada. Si la pandemia es catastrófica, tenemos largo tiempo para considerar que, si se tardó una barbaridad en aceptar lo grave que es y actuar, mucho más, más fatal e hipócritamente se negó o ignoró el calentamiento global (una de cuyas consecuencias desoladoras es la proliferación de virus), que condena a poblaciones humanas enteras y todas la formas de vida en el planeta a la extinción o al sufrimiento perpetuo.
Pero entonces: ¿una revista de reseñas de artes y literatura en tiempos de catástrofe? Bueno, sí. Otra Parte es lo que hace y por eso está aquí. Claro que estamos en un momento enrarecido. No hay funciones teatrales, cines abiertos, espectáculos musicales ni muestras en museos ni galerías. No hay conferencias ni cursos en vivo. Hay libros sin leer que compramos hace tres semanas o un mes, libros electrónicos y pdf para descargar, exhibiciones virtuales, documentales de museos, películas en plataformas, series, programas y el resto. Todo lo cual es actualidad en este mundo de peste que nos está vedando aun más que hasta hora la vida pública, el encuentro de los cuerpos y la conversación frente a frente. El hecho es que Otra Parte se ha sentido siempre como un continuo de conversación, llamémosla crítica. Así que vamos a seguir reseñando. Vamos a tratar de hablar sobre lo que pase. Los números no van a ser nutridos porque tenemos el mismo tipo de dificultades que casi todos y peripecias de logística, pero si no se colapsa la web vamos a estar. Y también vamos a recuperar para nuestras redes sociales reseñas o artículos de los pasados trescientos sesenta y cinco números que hayan dicho algo que nos parezca oportuno para pensar el precipitado de este momento. No parece que algún lector de la revista quiera que nos ajustemos a la curva de los pavores, ni a la de la agitación cinética, ni al nihilismo ramplón. No va ser fácil evitar tantas cosas a la vez. Sólo se puede desear encontrarse con esos hallazgos que a veces facilita el tiempo vacío. Otra Parte es un espacio social, pero los que la hacen conocen las posibilidades de la vida en casa. ¿Y si realmente el arte, el pensamiento, la quietud activa, son la contracara de las sombras?
Imagen: de la serie Encrucijada, de Rosana Schoijett, 2003.
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