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Se ha escrito mucho sobre la analogía entre la poesía de Juan L. Ortiz y el río. Es un ejemplo acabado de un tema o concepto pero también de unas sensaciones y afectos, lo fluvial, vueltos materia del poema. Si sus versos fluyen, de largos variables, envolventes o deshilados, si las palabras o visiones retornan, los modos de edición y la concepción misma de la poesía como una totalidad con orillas pero en flujo constante, un caudal sonoro que crece y disminuye, hace a la idea fluvial. La última edición de su Obra completa, trabajo conjunto de la Universidad del Litoral y la Universidad de Entre Ríos, materializa acabadamente esta idea: un tomo para la poesía reunida, un tomo para la prosa y los textos de juventud, ambos de dimensiones y peso que permiten manejarlos con comodidad.
El prólogo de Sergio Delgado, una guía de lectura posible, aclara la idea de Juan L. según la cual sus libros de poemas constituirían un solo libro, incluso inacabado. El tomo I, “En el aura del sauce”, lo presenta a la vez como una totalidad (que reconstruye incluso el último período) y como un haz de afluentes, los libros individuales.
El tomo II, “Hojillas”, abarca una recopilación importante de prosas reagrupadas de manera genérica o temática, y organizadas cronológicamente: ensayos críticos, notas autobiográficas, correspondencia, traducciones del mismo Ortiz, una bibliografía. Esta serie permite asomarse a la zona de donde surgen los poemas. La prosa de Ortiz se despliega en consonancia con su sistema poético y con una vida dedicada a la creación. Completan el segundo tomo poemas inéditos o no incluidos en los libros publicados en vida por el autor, así como los poemas de juventud, el “Protosauce”.
Las vías de acceso a la voz de Ortiz se multiplican con semblanzas de sus amigos y contemporáneos, como Mastronardi, Veiravé, Alberti, Haroldo de Campos, tanto como con ensayos de otros poetas y críticos. Estos textos, a los que se suman la cronología de vida, muy exhaustiva, y las notas a los poemas, resultan lecturas interesantes y deliciosas. La reflexión poética encarna en un paisaje, un diálogo con otras voces (amistosas, textuales, en traducción), con otras poéticas. Así “lo poético” se hace carne: no es sólo una textualidad, sino una elección de vida.
Dijo Veiravé en 1965, esperanzado, que la publicación de la obra total permitiría entrever “los límites de esa unicidad que Ortiz ha ido revelando en el ejercicio de una vida dedicada a la creación poética, a través de más de cuarenta años de silenciosa labor”. Más allá del mito Ortiz, la idea de una voz solitaria, replegada sobre sí, atenta a las minucias de la poesía, en eco con otras, de un poeta que persiste en la construcción de su mundo, su visión y su dicción, y clava una cuña en el lenguaje, sigue ejerciendo una atracción que alcanza la medida del ejemplo. La admiración, el creciente reconocimiento a esta obra, no deja de aumentar. La invitación de estos dos tomos para participar de esto constituye un paso crucial.
Juan L. Ortiz, Obra completa, edición revisada y ampliada, 2 tomos, Ediciones UNL – EDUNER, 2020, 1.694 págs.
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