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El día maravilloso de los pueblos

Elda Cerrato

ARTE

“Yo estaré con ellos para que sigan adelante por el camino abierto de la justicia y de la libertad hasta que llegue el día maravilloso de los pueblos”, escribía Evita durante su agonía, al tiempo que se libraba de las dolencias del cuerpo para asumir su destino mítico. Elda Cerrato (Asti, Italia, 1930) recuperó estas palabras para nombrar una de sus obras “El día maravilloso de los pueblos”, que hoy da título a la muestra antológica que presenta el Museo de Arte Moderno con curaduría de Carla Barbero y asistencia curatorial de Marcos Kramer.

La exposición propone un recorrido por la vasta trayectoria de Cerrato desde la década del cincuenta hasta los primeros años del nuevo siglo, principalmente a través de dibujos y pinturas, pero también videos, instalaciones y material de archivo. Es la primera retrospectiva dedicada a esta artista de noventa y un años, un reconocimiento justo a una obra prolífica y sensible a las preocupaciones estéticas de su tiempo. El diseño expositivo plantea un desarrollo en gran medida cronológico, fisurado mediante la inserción de obras de otros períodos, así como la división permeable del espacio mediante telas traslúcidas naranjas que proponen otras trayectorias.

Las obras seleccionadas revelan la confluencia de investigaciones que parten del interés de Cerrato por los seres vivos, de sus estudios de bioquímica, de sus acercamientos al pensamiento metafísico de George Gurdjieff y la Escuela del Cuarto Camino, y de su compromiso político. Luego de unas primeras obras geométricas e informalistas, instalada durante la década del sesenta en la provincia de Tucumán, Cerrato desarrolla un conjunto de pinturas y dibujos a partir de la figura del “Ser Beta”, un sistema de flujos y fuerzas que representa su visión sobre la vida mediante abstracciones de formas orgánicas.

Con el golpe de Estado de Onganía y el regreso obligado a Buenos Aires, se produce lo que Cerrato denomina “el fin del sueño”, momento a partir del cual el Ser Beta, que hasta entonces se sostenía en un ámbito metafísico, baja a la tierra y toma contacto con la realidad. Estos acontecimientos, con la profundización del conflicto social que atravesaba el país, hacen que su obra comience a cobrar un fuerte contenido político, que adquirirá más fuerza a partir de la vinculación de la artista con el Centro de Arte y Comunicación (CAyC), espacio donde se fomentó la relación entre arte y política.

En este punto, la muestra permite pensar la obra de Cerrato implicada en las derivas políticas de la Argentina contemporánea, si bien las indagaciones espirituales enarboladas durante las décadas anteriores seguirán resonando. Obras como “Repertorio de los sueños III” (1974), de la serie De la realidad, dan cuenta de una producción conceptual ligada tanto a ciertos usos del archivo —que se corresponden con fotografías familiares, pero también sociales— como a una preocupación cada vez más notoria por las cartografías, que puede pensarse en relación con el reparto global del mundo y las tensiones políticas entre el norte y el sur, sin abandonar el contenido onírico. La utilización de colores saturados que caracteriza estas series será abandonada tan sólo un año después, en obras en las que la relación entre arte y política se formula de manera más directa, como en “Geohistoriografías. Relevamientos y sueños de América” (1975), donde siluetas humanas con el gesto de la victoria se recortan sobre representaciones del mundo del trabajo, tanto rural como industrial.

En la década del setenta comienzan a emerger los acercamientos espectrales. El asedio —una de las particularidades del espectro, según Derrida— se observa a partir de la figura de un leñador que se repite en varias de las obras tanto a modo de presencia como de las ausencias formuladas mediante su espacio negativo. A partir de 1984, estas figuras espectrales cobran aún más contundencia. Lejos de manifestar una celebración del retorno democrático, las obras permiten pensar la continuidad de la ausencia de los cuerpos, que se evidencia en piezas como “El incendio” (1984). Las multitudes argentinas, que como señaló Mario Cámara fueron pocas veces puestas en escena en el cine luego del retorno democrático, son retratadas por Cerrato como espectrales, figuras de la memoria que en el reclamo de justicia acechan los distintos espacios de poder, como el Palacio de Justicia. Los espectros exigen justicia, aunque no siempre esta se juegue en el campo del derecho. Sobre el final del recorrido, la muestra recupera una serie de obras que Cerrato realizó durante la década del noventa, como “Álbum de memorias I. El reflejo de la luna sobre el agua” (1998), pinturas donde recupera imágenes de su propio archivo para tejer lazos con la memoria íntima, en un desplazamiento introspectivo que se acrecienta luego del fallecimiento de su esposo.

El día maravilloso de los pueblos hace justicia a la investigación en arte, pero también al compromiso político y ético de la artista, recuperando el legado de una vida, pero también el de los pueblos, donde lo maravilloso no está exento de golpes, exilios y más golpes.

Elda Cerrato, El día maravilloso de los pueblos, curaduría de Carla Barbero, asistencia curatorial de Marcos Kramer, Museo de Arte Moderno, Buenos Aires, 5 de marzo de 2021 – 15 de octubre de 2021.

 

Imagen: “El incendio”, de Elda Cerrato (1984), foto gentileza del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.

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