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Al inicio de Especies de espacios (1974), Georges Perec nos recuerda que el problema no es inventar o reinventar el espacio sino cuestionarlo o simplemente saber cómo leerlo. En nuestra cotidianidad, el espacio se vuelve opaco y hay libros, como El meridiano de París, que se vuelven guías indispensables o diarios de ruta para pensarlo. El ensayo —histórico, literario, pero sobre todo teórico— de Lluís Calvo es, como el libro de Perec, una “máquina de contar” que toma como punto de partida una línea geométrica imaginaria y nos conduce por una sucesión de capas y de recorridos que son también múltiples entradas para pensar la historia de Europa. Una historia que “se construye desde las ruinas de sus errores”.
Como Calvo lo precisa, “el meridiano de París” fue trazado, en buena parte, por Francesc Aragó, un geómetra nacido en 1786 en el pueblo de Estagell, en el Rossellón. El meridiano es una línea, una abstracción geográfica que atraviesa nuestro planeta de polo a polo y, sobre todo, un exponente del racionalismo y del espíritu de la Ilustración francesa que buscaba definir con exactitud matemática las distancias. El meridiano de París cruza la capital francesa y recorre Europa de norte a sur, extendiéndose más allá del continente africano. Antes de ser remplazado como referencia universal por el meridiano de Greenwich, en 1884, el meridiano de París fue también una de las tantas “coartadas políticas” que utilizó el discurso científico “para convertir París en el centro del mundo”. Hasta que “el Reino Unido derrotó a Francia”, explica Calvo, dando inicio a un libro en el que la idea del “meridiano” sirve de hilo conductor y de punto de fuga para pensar una historia alternativa de Europa. El autor traza así su cartografía y muestra que del “tronco de las ideas que conforman Europa brotan centenares de ramas, algunas de las cuales —tal como ocurre en los árboles más viejos— proyectan su sombra en lugares alejados del tronco”.
El meridiano de París intenta volver visible lo invisible, conectando algunas de las grandes utopías europeas y sus fracasos, a través del tiempo y del espacio. Con una escritura arborescente que se sirve de la teoría literaria para desarmar todo discurso puramente lineal y lógico, Calvo nos propone un libro hecho de capas, de sedimentos, de ruinas y sustratos. Un libro que utiliza la metáfora del recorrido, en un sentido horizontal de desplazamiento en el espacio, pero también vertical, es decir, como una excavación. A partir de reflexiones que recuerdan la “arqueología del saber” y los “dispositivos” de Michel Foucault, hace emerger un conjunto de constelaciones teóricas: mapas, personajes, ciudades y paisajes. Una historia de las ideas que analiza con lupa para considerar, luego, desde una óptica de gran focal, el entramado de decisiones, nombres propios y circunstancias con las que se tejen las grandes estrategias geopolíticas de nuestra modernidad: desde el proyecto de “embellecimiento estratégico” de París emprendido por el Barón de Haussmann durante el Segundo Imperio de Napoleón III —que además de crear un efecto de modernidad debía “impedir la eventualidad de una guerra civil” — y la construcción de barricadas hasta la Guerra Civil española, pasando por los no-lugares de las autopistas y los centros comerciales contemporáneos.
Lluís Calvo, El meridiano de París, traducción de Damià Alou, Godot, 2021, 224 págs.
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