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“Aquí hay un agujero y ahí hay otro, ese está lleno de lombrices, qué asco”, dicen dos mujeres que caminan por una sala de museo, la del segundo piso de Fundación Andreani, mientras con sus cuerpos mutantes señalan espacios agujereados. Boquetes que en otras circunstancias indicarían el abandono edilicio. La ruina en un espacio expositivo puede ser entendida de múltiples maneras; en esta muestra, puede leerse como potencia de aperturas de mundos. Mercedes Claus, desde su propuesta curatorial, configura el vínculo de codependencia entre el pantano y la larva, en dos universos delirantes que componen uno mayor, propuestos por Liv Schulman y Julia Padilla.
En un cuento titulado “Como una cabeza enloquecida vaciada de su contenido”, de Patricio Pron, un equino frágil y temeroso está por morir en un pantano en el Eoceno. Con el tiempo, encuentra su nueva forma como un plástico derivado del petróleo en que devino, y ahora vive en un islote de basura, una nueva forma continental en el océano que también es hogar de un par de albatros sin memoria, que picotean peces entre restos de botellas hasta atragantarse con los desperdicios. Equino, petróleo, plástico, albatros: cada ser en esta red es un anillo más del gusano que atraviesa tiempo y espacio. Una morfología viscosa.
Un gusano muy grande y espectral perfora la sala y contagia las obras de Padilla y Schulman, realizadas de materialidades contingentes. Este gusano cohabita ambos espacios, el virtual y el físico, de maneras que responden a la plasticidad metamórfica de su cuerpo. Todo está en constante transformación. El relato de cada mundo que habita se puede percibir a través de una forma de narrar oblicua, sugerida, reída, gritada, serpenteada, baboseada, fluida, reconfigurando la temporalidad humana de ese presente continuo en el que creemos estar. La exposición es un gran pantano. Como tal, es una trampa para ciertas vidas, pero albergue y hábitat de otras, por eso es vida y muerte, es encuentros estrechos entre cuerpos distintos, donde reino o jerarquía no tienen lugar. Después de todo, el compost sí es una escuela de filosofía, como menciona Schulman en una parte de su propio universo.
El compost es quizás el archivo de la tierra, así lo habría sugerido Carolyn Christov-Bakargiev en una conferencia. Padilla entrelaza materialidades para describir hábitats de objetos, y sus relaciones, de tan raras, parecen orgánicas. Su instalación Caricia ígnea está compuesta por una multiplicidad de objetos y ensamblajes que pierden toda funcionalidad moderna. El látex encofra la memoria de estos materiales y sus vínculos, que se replican nuevamente animando incluso estructuras del edificio. Así, toallas quemadas, elementos de grifería, cabellos trenzados y pedazos de plomo nos presentan un futuro sci-fi del devenir de nuevos cuerpos (y afinidades) de esta materia. Pero el futuro ya está aquí.
Contrapuesto a Persona de Bergman (1966), el spin-off fílmico instalativo de Liv Schulman del mismo nombre presenta un universo rápido, cambiante, que exhibe las emociones humanas contemporáneas apegadas a una cierta idiotez de fanatismo patriarcal. Explorándolo con un cuerpo dinámico, elastiza sus posibilidades perceptivas, relacionales y de encuentro con otredades que invaden su cotidiano y sus propias preguntas. Piedras parlantes que son sus galeristas le reclaman por su tiempo productivo y por su tiempo ocioso. Ella responde con una lista de actividades que se han replicado y vuelto de moda, como hornear pan, como todo tipo de levadura que, a fin de cuentas, en la lectura de Schulman no es más que otra forma de colonia patriarcal (tema explorado en sus últimas producciones presentadas en Marrón, amarillo, blanco y muerto, Galería Piedras, 2021).
La larva y el pantano es un ejercicio de inicios que se repiten incesantemente, promesas de futuro, regeneraciones mutantes e historias con un olor pegajoso, revuelto, efervescente. Donde uno puede sentirse ese gusano fantasmal que habita en todas esas dimensiones espaciotemporales.
Julia Padilla y Liv Schulman, La larva y el pantano, curaduría de Mercedes Claus, Fundación Andreani, Buenos Aires, 30 de diciembre de 2021 a 5 de marzo de 2022.
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