Otra Parte es un buscador de sorpresas de la cultura
más fiable que Google, Instagram, Youtube, Twitter o Spotify.
Lleva veinte años haciendo crítica, no quiere venderte nada y es gratis.
Apoyanos.
Alguna vez Daniel García afirmó practicar un elogio de la obsolescencia. Como tal, este elogio significaría contemplar la supervivencia de la vida en aquellos objetos, aparatos, imágenes, pero también cuerpos, que se constituyen como despojos en la acelerada y controlada proliferación del descarte. Además, podría constituir una línea de ingreso para formular temporalidades múltiples, sedimentación de tiempos y capas de memoria, que el artista lleva a cabo a partir de apropiaciones, encuentros y citas entre objetos e imágenes anacrónicas. El anacronismo, el retorno espectral desde la muerte, las superposiciones de imágenes y objetos, y especialmente el proceso mismo de trabajo con la pintura, con sus marcas, huellas e historias, son recurrentes en la obra de Daniel García al menos desde 1990.
Encuentro, la muestra de García en el Museo de Arte Decorativo Firma y Odilo Estevez (o simplemente Museo Estevez), podría ser considerada la manifestación más reciente de esas indagaciones. García seleccionó una serie de objetos del patrimonio del museo para generar un encuentro, un diálogo posible entre estas piezas y sus obras, algunas realizadas expresamente para la ocasión. La selección, azarosa según García, encontró en el arte oriental un lugar destacado, que no sorprende si tenemos en cuenta el interés manifiesto del artista por la cultura china, evidente en las recientes Damas de Shanghái y en las pinturas de jarrones chinos que realizó durante los últimos años.
La muestra se abre con el encuentro entre No soy tu bailarina III, una pintura de gran formato (200 x 150 cm) que dialoga con un jarrón oriental del patrimonio del museo. Una bailarina de rasgos orientales, que se asemeja a las pequeñas piezas de la colección, realiza un sutil movimiento, probablemente una parte, un fragmento de una danza oriental, con un largo vestido que oculta sus extremidades, haciendo de su cuerpo una totalidad orgánica. Esta organicidad del cuerpo de la bailarina podría pensarse en relación con algunas obras recientes de García, como las de la serie Acróbatas, en las que los cuerpos se extremaban hacia posiciones imposibles, muchas veces cruzando el límite de reconocimiento de la figura humana.
Un segundo conjunto de obras lleva el título de Cuadros sobre una pared, es una serie de pinturas de pequeño formato realizada entre 2020 y 2021, en las que vuelve a indagar en la noción de colección y de museo, más precisamente en la colección de objetos y pinturas en el plano doméstico. Se trata de un conjunto de pinturas de pinturas (imágenes de imágenes) y máscaras que se recortan sobre paredes empapeladas inspiradas en escenas de películas o en artistas como Matisse y Vouillard. Entre los cuadros aparecen citas y apropiaciones, paisajes de películas, retratos de la poeta Gilda Di Crosta, cuerpos similares a los de su serie Acróbatas (apropiación a su vez del Acróbata de Picasso), y hasta una imagen del gato Félix, personaje del cual García escribió su libro Un gato que camina solo (2014), editado por Iván Rosado.
Un nuevo conjunto de obras está compuesto por pinturas de jarrones que entran en diálogo con los jarrones orientales de la colección del museo. Los jarrones pintados por García, caracterizados por él mismo como falsamente chinos, son imágenes que contienen imágenes: fragmentos de cuerpos y cuerpos deformes, figuras esqueléticas que danzan en una suerte de festividad china, motivos propios del universo del artista, que constituyen el carácter —¿decorativo? — de estas pinturas de objetos. En la última sala dialogan una pequeña máscara de la serie Cuadros sobre una pared, un jarrón de los cuatro que pintó para la ocasión, con una vitrina que contiene piezas orientales, pequeñas esculturas humanas, abanicos y biombos. El diálogo de esta sala se cierra con Amazona, una obra de gran formato (152 x 210 cm) basada en una jugadora de polo perteneciente a la dinastía Tang. La jugadora, con un gesto que puede ser tanto celebratorio como guerrero, monta sobre un caballo alunado, de colores similares a los del sillón de tres cuerpos sobre el que se sitúa.
Podríamos decir que las piezas del museo de arte decorativo son reactivadas por García. Arrancadas del sueño eterno, retornan a la vida a través del encuentro con prácticas contemporáneas que las sitúan en un mismo espacio, como si se tratara de una casa en donde conviven humanos y fantasmas.
Daniel García, Encuentro, Museo Estevez, Rosario, 15 de octubre de 2021-20 de marzo de 2022.
Una característica del museo moderno es poner en un mismo lugar lo que fue separado por la geografía. Esa anulación del espacio es indisociable de la voluntad...
La exposición del colectivo m.o.n.t.ó.n. en el espacio Laboratorio es un hito en la historia del grupo nacido en 2022 que, con esta muestra...
Alguna vez reducido a sus elementos primarios, el arte revivió en su apertura conceptual a la palabra, la acción y la instalación sin perder el abismo ganado....
Send this to friend