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En múltiples textos, la crítica y la historia de las artes visuales han dado cuenta de la relevancia del Instituto Di Tella como uno de los nodos culturales porteños de los años sesenta, donde se cruzaron y se proyectaron hacia el futuro fuerzas estéticas, grupos y artistas que siguen irradiando su influjo sobre el arte contemporáneo. En cambio, sólo algunos artículos pioneros de los estudios teatrales habían abordado de manera parcial su área performática y teatral. Teatro expandido en el Di Tella retoma el asunto con una exhaustiva revisión crítica del programa y la actividad del Centro de Experimentación Audiovisual (CEA), conducido por el director teatral Roberto Villanueva.
Texto revisado de su tesis doctoral, el ensayo de María Fernanda Pinta encuentra uno de sus puntos clave en el cuestionamiento radical de la tradición mimético-realista que se plantea en gran parte de las obras, ya sea a través de las búsquedas escénicas o textuales que dialogan con el llamado “teatro del absurdo”, las experiencias que fusionan danza y teatro, las conferencias performáticas y happenings realizados en colaboración con el Centro de Artes Visuales, o los espectáculos que cruzan teatro y música. En el mismo nombre del Centro lo teatral es incluido en el universo ampliado de lo audiovisual, y lo experimental prima. Jarry, Artaud, Craig, Brecht, Beckett, Brook, Osborne, Grotowsky, nombres fundamentales para el teatro de los sesenta y que forman parte del acervo vivo del teatro contemporáneo, empiezan a circular de diversas maneras en las producciones del CEA que introducen, generalizando, dos grandes transformaciones: una redefinición de la teatralidad como “aquí y ahora” independiente del texto dramático y, a su vez, una ampliación de lo teatral en la mixtura con otras artes y géneros.
Pinta indaga las condiciones en que emerge el Di Tella como institución familiar-empresarial de mecenazgo liberal en el “proceso de modernización cultural posperonista” –tal como lo llamara Oscar Terán en Nuestros años sesentas (1991)–, con la simultánea expansión del mercado y de una juventud que buscaba nuevos horizontes políticos, artísticos y vitales. Por caso, cabe mencionar el relevamiento de la copiosa recepción que el semanario Primera Plana hace de las obras y performances del CEA, donde se evidencia que el proyecto modernizador estaba instalado también en los medios de comunicación que consumían las capas medias y se devela una urdimbre compleja de moda, entretenimiento y arte.
En la poderosa estela de las nociones de “cine expandido” –planteada por Gene Youngblood para referirse a la difusión de las nuevas tecnologías audiovisuales– y de “campo expandido” –que formuló Rosalind Krauss para analizar la producción escultórica de los setenta–, Pinta hace una lúcida relectura de las neovanguardias teatrales, imprescindible para pensar gran parte de las búsquedas y tendencias estéticas que hacen el teatro del presente.
María Fernanda Pinta, Teatro expandido en el Di Tella, Biblos, 2013, 237 págs.
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