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Ocho gruesos tomos de correspondencia prueban la pasión por los diálogos epistolares de Guy Debord. El primero de ellos se prolongó de 1949 a 1953 y su interlocutor fue Hervé Falcou, un compañero del bac philosophique. Debord le escribe: “Si estuviera en tu lugar, buscaría entrar en contacto con André Breton o Isidore Isou, cualquiera que esté en una posición de revuelta”. El consejo, que él mismo adoptará rápidamente sumándose al Movimiento Letrista de Isou, se lee al final del primer panel de Guy Debord. Un arte de la guerra, la exposición realizada en París de los archivos personales del fundador de la Internacional Situacionista, que la Biblioteca Nacional de Francia adquirió de su esposa, Alice Becker-Ho, en 2010. El emplazamiento preliminar de la sugerencia de Debord no es casual. De un extremo a otro de la muestra, la profusión de manifiestos, panfletos, volantes, afiches, grafitis, revistas, libros y pinturas que conforman el archivo deja en claro el lugar fundamental que ocupan las vanguardias artísticas europeas de entreguerras en su obra. Pero además la exposición gira alrededor del método que los produce. Porque la psicogeografía, el libro La sociedad del espectáculo (1967) –o su transposición fílmica de 1973–, el urbanismo unitario, la deriva y el resto del “arsenal” situacionista constituyen los hitos notorios de su invención fundamental: el détournement (el desvío).
En “La méthode Debord”, uno de los artículos del excelente catálogo de la muestra, Patrick Marcolini sitúa allí el núcleo de su pensamiento. A la vez teórico, artístico y político, el détournement consiste en “la reutilización en una nueva unidad de elementos artísticos preexistentes”. De clara raíz dadaísta y también duchampiana, el détournement es una forma de articulación de la tradición en el presente y, sobre todo, una inscripción del presente en la historia. El desvío de citas es el primer momento del juego. Las otras prácticas situacionistas actúan en el mismo sentido. La psicogeografía, la deriva y el urbanismo unitario son formas de desviar la distribución de los espacios de París. Frente a la expansión asocial de la ciudad en los años cincuenta, los situacionistas ofrecen una guide psychogéographique de París que “desvía” el mapa de la ciudad, añadiéndole unidades-ambiente propicias a la creación de situaciones colectivas.
La exposición recorre los avatares de una obra poblada de un léxico que redunda exageradamente en la significación bélica de la noción de vanguardia. Mapas, teatros de operaciones, juegos de guerra, frentes estratégicos, vanguardias, secciones nacionales y alianzas son palabras situacionistas y típicamente debordianas. Por supuesto, su poder revolucionario y de vanguardia probablemente ya dejó de existir (al recorrer las salas de la BNF, uno piensa en un escritor profesional y conservador como Michel Houellebecq, que hizo de esa misma retórica la clave del éxito de ventas de una novelística convencional y profundamente anti-sesentayochista). Con todo, sería injusto imputarle a Debord la literatura de Houellebecq. Debord sí fue realmente un vanguardista, y de los más radicales. Su obra no deja dudas al respecto. Hiperfragmentaria, difusa, poblada de rupturas, se repliega todo el tiempo, al igual que su figura de ¿artista? ¿escritor? ¿revolucionario? ¿cineasta? ¿grafista? Y, al retroceder, deja en la vanguardia situaciones y procedimientos artísticos y políticos sobre cuyo éxito o fracaso sería apresurado pronunciarse aún.
Guy Debord. Un art de la guerre, Biblioteca Nacional de Francia (sede François Mitterrand, Grand Galerie), París, 27 de marzo-13 de julio de 2013.
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