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Inventario del tiempo

Cecilia Pontorno

LITERATURA ARGENTINA

Potencia, sutileza y precisión al servicio del asombro. Así, con este elogio, podríamos sintetizar un modo de aproximarnos al último libro de poemas de Cecilia Pontorno. “Lo lejano es un pájaro muerto que canta. / De eso se trata la memoria / miles de pájaros / que cantan / mientras respira / sumergida // la palabra”.

Un libro de poemas que empieza con dos epígrafes, uno de César Vallejo y otro de Marguerite Duras, predispone a determinado tipo de lectura. Porque los epígrafes significan afinidades y alianzas, definiciones y prudentes (o salvajes) introducciones.

Los poemas de Pontorno, sumidos en la niebla, brillan en cierto mar melancólico que no empuja al abismo, sino que promete una orilla. Leyendo estos poemas, podemos considerar que hubo un trabajo de orfebrería en el momento de elegir cada palabra, de construir cada imagen. No hay historias en estos poemas. Hay palabras que nombran, nadan en el clima de los versos, hay el trabajo de orfebrería o (de acuerdo con su título) de relojería diáfana. “El mundo está lleno de cosas que comienzan a olvidarme. / Las cosas y el mundo caen / como la certeza del verbo cuando llueve / como las ciruelas maduras”.

Por otra parte, es interesante detenerse en las alianzas, en las evidencias que hay en este libro que nos hacen notar de qué lado está el yo poético: “Una mosca vuela sobre los cacharros / como mendigo devora / lo demasiado pobre / lo demasiado insano / y las paredes observan, desde abajo, / como un soldado cuerpo a tierra / en la única guerra que puede darse por perdida”. La pobreza, la derrota. Para ponerse sin decirlo del lado de los débiles y de los desplazados. Pero no hay griterío en estos postulados. Las afinidades se dicen en voz baja. Y esta es otra de las características de este poemario. El tono es como de secreto dicho en una cocina suburbana por dos mujeres o por dos amantes desamparados a la hora en que el sol todavía no salió.

Así, Inventario del tiempo se nos va revelando como un delicado mapa de secretos que se despliega para advertirnos que la realidad duele, pero, a la vez, se despliega no siempre de manera violenta y cruda sino de manera delicada y ceremoniosa. “Nosotros no tenemos / la habilidad de la niebla / para disimular peligros / paredes // distancias. // Es apenas un decir / es carne entre caníbales. / Duele / el vértigo de los insectos sobre la luz”.

Otra observación que se pude realizar leyendo este libro es que hay un mirarse para volver a verse del yo que late en la música de los versos. Un procedimiento que llevó al límite Alejandra Pizarnik, con quien Pontorno tiene algunas afinidades. Además de la ya mencionada, la precisión en la brevedad, la elección de la noche como uno de los territorios que se repiten, la lluvia que siempre aparece, pero no como fenómeno climático sino como un estado de del espíritu que puede llegar a anegarlo todo.

Por último, me gustaría detenerme en el poema “Circular” (uno de los más extensos). En este texto están todas las elecciones poéticas y el motivo del título del volumen. Este poema funciona como caja de resonancia de todo el libro. Aquí aparece, por supuesto, el tiempo como materia indescifrable y, en cierta medida, mágica. Pero también aparecen el fuego, la luz, la incertidumbre que puede existir en lo cotidiano y, por último, el ciclo vital de una fruta que se pudre y arroja su semilla sin dejar de verse frutal y luego semilla y luego frutal y luego semilla.

Cecilia Pontorno, ahora lo sabemos, ha dado factura a un libro delicado y rotundo en donde los dos últimos versos del poema “Legado” nos advierten o nos confiesan, por fin: “El tiempo es un fraude anticipado que nos pertenece / la triste amargura por las cosas solas”.

 

Cecilia Pontorno, Inventario del tiempo, Prueba de Galera Editoras, 2022, 71 págs.

 

14 Jul, 2022
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