Red Rocket

Si no resumen sus historias, los cielos, en las películas de Sean Baker, animan los sentimientos de los personajes. Por ejemplo, el fondo azul recortado con torres de luz, que les es indiferente a las mujeres de Starlet (2012); el colorido púrpura, que según el cine es típico de California, de Tangerine (2015); o el hermoso arcoíris, ilusión de color, de El proyecto Florida (2017). En Red Rocket (2021), la nueva película de Baker —que en poco tiempo ha creado imágenes que se quedan—, predominan las nubes que producen las plantas industriales, paisaje que recuerda a El desierto rojo (1964) (la primera película a colores de Michelangelo Antonioni) y, por lo tanto, da cuenta de un sentir distinto y más audaz en su filmografía.

El cinismo es inhabitual en creadores no consagrados. Red Rocket sigue a Mickey Saber, una estrella porno fracasada que regresa a Texas. Ya que sus planes no funcionaron, pide asilo en casa de su esposa, de la que está separado. Su suegra lo condiciona: puede quedarse si aporta dinero. Aunque las andanzas de Mickey han comenzado antes que la película (en la escena inicial está dormido en el autobús que lo lleva de vuelta; tiene la cara golpeada, lo que sugiere que está huyendo), es la búsqueda de trabajo y dinero la que revela su vida.

La reflexión sobre el trabajo es permanente en el cine de Baker, influido por el neorrealismo, que desnudó la estructura social y captó la escasez que trajo la Segunda Guerra en Europa. Lo que une a la ambiciosa propietaria de una fonda mugrienta que se enamora de un trotamundos en Obsesión (1943), de Luchino Visconti, con el protagonista de Red Rocket es el ánimo de asegurarse un futuro, que parece más contaminado que los cielos texanos. El contexto es, claro, diferente. La crítica es directa: Baker sitúa su película durante la campaña presidencial de Donald Trump.

Tanto en Starlet como en la nueva película, el tema del trabajo sexual y la pornografía están presentes. Baker sabe que hay una enorme cantidad de gente cansada de esforzarse (a veces con varios trabajos mal pagados) y que prefiere buscar dinero en la industria del entretenimiento para adultos, también abusiva. Es el tema de Boogie Nights (1997), con la diferencia de que el filme de Paul Thomas Anderson es épico (y episódico) y el de Baker es cómico y, además, políticamente incorrecto. A pesar de sus años, Mickey es tan apuesto como Dirk Digler, ambos tienen un miembro de grandes proporciones, pero Saber es, por decir algo, un sinvergüenza. Cuando conoce en la cafetería Donut Hole a Strawberry, una joven pelirroja menor de edad, se le ocurre enamorarla para introducirla en la pornografía.

La actuación de Simon Rex como Mickey Saber en Red Rocket es notable. También la de quienes interpretan a su esposa, suegra y vecinos, personajes de la América profunda o llanamente trash, donde el director suele encontrar la inspiración para sus historias. Lo que a otros les produce asco, a Baker le da curiosidad; si alguien va a condenar a Mickey por su comportamiento es, justamente, el espectador. Al seguir los planteamientos humanistas del cine que lo inspiró, donde el encadenamiento de los hechos no es condena sino consecuencia de las circunstancias, Baker es congruente y constante para anudar, una vez más, forma y contenido.

Red Rocket (Estados Unidos, 2021), guion de Chris Bergoch y Sean Baker, dirección de  Sean Baker, 128 minutos.