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Cuando se habla de poesía y maternidad se piensa en poemas a la madre o a los hijos, poemas más o menos gozosos o más o menos conflictivos. Pero ¿qué pasa cuando la maternidad viene del lado de la imposibilidad? Entre deseo y negación, entre lo vivo y la inscripción mortal de lo que no puede ser, es otro el trayecto, en el borde de lo decible.
Desde el no querer hacia el no poder ser madre, desde el aborto elegido al aborto no deseado, desde la fertilidad hasta la histerectomía en edad de procrear, las voces asoman para intentar dar forma, o sonido, o música, a otra zona de lo silenciado. Este libro las recorre, así como recoge lo múltiple, en un trabajo en el que lo poético deja su huella en la mezcla de géneros, une fragmentos en verso y en prosa, reflexiones, citas de diversos autores, entradas casi diarísticas, una partitura.
Ahí, una vez más, los estereotipos sociales, las performances de género, dictan, como un coro de voces acusatorias, lo posible, lo deseable, lo repudiable.
También hay historias laterales, como la de la hija de una madre que no quiso tener hijos y ahora levanta el no como un destino y una trampa, contrariando el modo en que lo vio Adrienne Rich, quien inscribía la maternidad en el lugar de la desposesión de sí, una condena casi, y que fue una especie de educación antisentimental para futuras no madres, cuando el no tener hijxs era una consigna de algunos feminismos. Y ante eso hay que decir también que el deseo puede ser otro, un deseo que sí, porque el deseo es siempre sí, el deseo es la vida misma en su recursividad infinita.
En esa encrucijada el libro se tiende como hilo de Ariadna que conduce hacia su centro, o como música que soporta, en sus vaivenes, un proceso: el de irse haciendo a medida que sucede. De a ratos se reconstruye una historia. Y se levanta un decir que es testimonio de vida y de muerte y una mujer se da a luz a sí misma. Los fragmentos son chispazos, relámpagos de intensidad que asoman, a veces en el choque de imágenes, en la contraposición de experiencias, o en la aproximación de la música y las palabras. De esos chispazos emergen, juntos, el dolor y su consuelo: porque, paradójicamente, a lo largo del volumen, la imposibilidad de confortación, y de decir el dolor, son el consuelo mismo. Aunque no hay compensación posible por lo que se pierde en la maternidad, tampoco por lo que se gana. “A veces no hay voz. Ni estoy para decir. Menos para callar. Es porque no doy abasto con la inercia. // Entonces escribo. Cuando la sinrazón avanza. Ver con los vidrios de los anteojos rotos. Ver el mudo desmontado y cubista. // Los ojos rotos. Repartidos entre pedacitos de madre”.
Una exploración, entonces, un texto sobre el dolor que hace doler e invita, desde la poesía, con sus recursos y su trabajo de repetición y diferencia, a recoger los pedazos para armar de nuevo la idea, el afecto, el sentido, de las maternidades que sí y que no, sin concesiones, pero con renovada sensibilidad, plena de matices.
María Malusardi, Una madre es un piano triste, Las Furias, 2021, 160 págs.
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