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Doscientos treinta y siete textos brevísimos, algunos de sólo una frase, ninguno superior a una carilla, y cerca de doscientas ilustraciones forman esta galería de curiosidades plásticas y lingüísticas. Textos y dibujos son una exploración lúdica, jocosa e inteligente, que cruza diversos territorios: lo que es posible pensar, lo que se dice o se vuelve imagen sin pensar, lo que se dice sin decir, lo que implican algunos subgéneros literarios, pero, sobre todo, lo que está escondido por debajo o planeando por arriba, en el lenguaje.
Con un conocimiento profundo de sus herramientas y materiales, Daniel Samoilovich y Eduardo Stupía muestran que el humor es un desparpajo, un saltarse las convenciones de lo dado, un paso más allá de los géneros discursivos establecidos que determinan lo que se puede decir, lo que se puede pensar, lo que se puede representar. Relanzan así discurso e imagen hacia lo inesperado, reescribiendo muchas de las historias, los dichos y los modos que nutren nuestro imaginario. No es de extrañar que en este libro, lleno de mots d’esprit, de ironía y parodia, tenga un lugar central la fábula. Si Iriarte había dicho que el epigrama debía ser como una abeja, pequeño, dulce y punzante, Samoilovich reescribe la fábula para virarla hacia el absurdo o para acomodar allí el aguijón. El texto pierde su remate moralizante y dice que la fábula no enseña nada, o que lo que enseña es irrelevante o va contra lo considerado correcto. Pasan así por este espejo deformante cuestiones filosóficas, costumbres, modos de entender el mundo, acontecimientos históricos, figuras sociales, como la del poeta (en este caso no se descarta cierto tono de pulla), como en el texto 56: “Un abogado romano, cansado del Foro, y de hacer largos alegatos llenos de paralelismos y oposiciones y citas, buscó refugio en el Templo de las Musas y se puso a escribir poemas. Le parecía más fácil”.
El efecto cómico, logrado en Stupía por la técnica del collage de elementos dispares, pero como sin solución de continuidad ni atisbo de sentido, se alcanza muchas veces en los textos por el contraste entre distintos niveles y estilos de lenguaje, que pueden combinar una construcción de tipo barroca con giros coloquiales actuales, palabras eruditas con vulgares, o construcciones complejas con onomatopeyas, en las que destaca la comodidad envidiable con que Samoilovich sabe pulsar los elementos de un español que conoce como pocos.
El ridículo —que redoblan los trabajos de Stupía, no ilustraciones sino nuevos desafíos— suscita una risa que no es cruel, y que abarca distintos matices, de la autoironía, el disparate o nonsense, al temblor que acompaña la constatación de que, por un giro ingenioso, un mundo de jerarquías y valores que parecía sólidamente construido pierde pie y se desbarata.
Es un libro objeto que invita a ser leído a la noche, a recobrar el sabor de las lecturas de infancia y juventud, a asomarse un poco al abismo, sonreír y volver a leer.
Daniel Samoilovich y Eduardo Stupía, El libro de las fábulas y otras fabulaciones, Pre-Textos, 2022, 320 págs.
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