Inicio » ARTE » Sin techo y sin ley

Sin techo y sin ley

Karina Peisajovich

ARTE

Un parpadeo. Mejor dicho, dos.

Uno, el reflejo que realiza el ojo para humectarse, eliminar partículas irritantes o protegerse de una luz intensa y así poder, sencillamente, seguir viendo. También para dejar de hacerlo al menos por una fracción de segundo y permitirnos un resguardo en nuestro interior.

Otro parpadeo, el de una luz que continuamente se apaga y se vuelve a encender, y que por lo tanto es, al mismo tiempo, luz y oscuridad. Estas intermitencias lumínicas fueron utilizadas por Karina Peisajovich en numerosas obras, recordemos por ejemplo las varias instalaciones que desarrolló para Traza (2021), un recorrido performático llevado a cabo en el edificio La Prensa, en Buenos Aires, hoy conocido como Casa de la Cultura. Allí, Peisajovich propuso restaurar la farola-antorcha, fuera de funcionamiento desde hacía décadas, que porta la diosa Palas Atenea, monumental escultura que corona el edificio, para instalar en ella una luz parpadeante que emitía en clave morse un pedido: SOS (Save Our Souls). En Éter brillante, atmósfera opaca, la exposición que realizó en 2019 en el Futuro Museo de Cine, presentó un video que compilaba una variedad de registros de luces centelleantes, fallas técnicas, cortocircuitos desperdigados por la ciudad. Basta prestar un mínimo de atención para encontrar en casi cualquier lugar estas luces (y oscuridades) parpadeantes, producto de la inestabilidad de la tecnología LED: vidrieras, carteles, paradas de colectivo, postes de iluminación, donde sea. Con este video Peisajovich nos señalaba un modo de mirar y de relacionarnos con nuestro entorno.

En su reciente exposición en Herlitzka & Co. las intermitencias también suceden. A primera vista nos encontramos con un grupo de pinturas en las paredes de una galería. Pero pronto percibimos un guiño. No estamos ante una muestra de pintura, sino más bien, o en todo caso, una muestra desde la pintura. Peisajovich se valió de esta técnica y de gran parte del vocabulario y de la gramática del universo pictórico como punto de partida para realizar esta exposición. Instaló cuadros en los que estuvo trabajando durante los últimos meses. En ellos, espesas capas de color sobre otro color de base, gruesas porciones de materia extendidas con espátula, telas utilizadas del revés, cantos del bastidor pintados antes o después de embastar, claroscuros. Una roca, una esfera, un cielo cuadriculado, formas sueltas. Abstracción y figuración, aunque ¿es posible hoy día pensar estas categorizaciones? ¿No es abstracto un árbol? ¿Acaso hay algo más figurativo que un rectángulo?

Dicho esto, pasemos a uno de los primeros cuadros del conjunto, uno que llama particularmente la atención. Se trata de un retrato de Marcel, el gato de la artista, que se encuentra recostado mirando fijo al espectador. La clave de este cuadro, si no de toda la exposición, podemos encontrarla en su mirada. Al momento de representar un rostro, es habitual que casi cualquier persona, artista y no artista, niñx o adultx, dedique especial esmero a la representación de los ojos, trabajando con detalle las líneas, los brillos, la expresión. Karina pintó delicadamente la figura del animal y también su fondo, dejando sin cubrir únicamente los ojos. Unos trazos de lápiz se vislumbran en el blanco de esas porciones de tela desnuda. Esos ojos vacíos, sin párpados, parecen advertirnos que estamos ante un juego, una ficción de capas de color sobre una superficie. A través de esos ojos y luego de un parpadeo, percibimos la exposición intermitentemente como una experiencia intelectual y sensual. Las pinturas desaparecen, y un circuito abierto de ideas comienza a titilar en la galería circulando de una obra a otra, retroalimentándose. Ideas que las obras encienden en quien visita la sala. Difícil intentar ponerlas en palabras, y a decir verdad, convendría no hacerlo. Eso sería atarlas al lenguaje, casi traicionarlas. Mejor preservarlas así como las plasmó Peisajovich en estas telas: inquietantes, libres, luminosas, sin techo, sin ley.

 

Karina Peisajovich, Sin techo y sin ley, Herlitzka & Co., Buenos Aires, 31 de mayo – 26 de julio de 2023.

 

20 Jul, 2023
  • 0

    Cuando la fe mueve montañas (2002). Dos décadas después

    Francis Alÿs

    Manuel Quaranta
    5 Sep

    Quinientas personas obrando para trasladar una duna resulta ser, desde donde se lo mire, la síntesis perfecta de una tarea innecesaria. Las dunas, por si alguien lo...

  • 0

    Liliana Maresca, una época

    Juan Laxagueborde

    Magdalena Testoni
    8 Ago

    Para empezar, la pregunta: ¿por qué escribir sobre Maresca hoy? En otro texto de Juan Laxagueborde que abre el primer número de la revista Segunda Época, se...

  • 0

    Biblioteca personal. 30 retratos de escritores y escritoras

    Alejandra López

    Daniel Merle
    8 Ago

    Son treinta retratos de escritores, de escritoras. En todos menos uno, las miradas van y vienen. O nos interpelan o nos eluden, pero están ahí. Menos uno...

  • Send this to friend