LITERATURA ARGENTINA

O ar de Mariana Graciano —escritora rosarina, radicada en Nueva York— es, ante todo, una carta que la autora le dirige a su hija, Nia, que acaba de nacer. La maternidad supone una pausa en su vida y es esa detención la que habilita la escritura de este libro que, como si fuera un mensaje en una cápsula del tiempo, busca proyectarse hacia el futuro. Graciano nos dice que la idea es que su hija lea el texto cuando tenga la misma edad que ella al escribirlo —treinta y cinco años—, mientras atraviesa un momento muy particular de su vida, entre la irrupción de dos nuevas presencias, la de Camilo, su primer hijo, que nació cinco meses antes de que muriera su padre, y la de Nia.

La orfandad y la maternidad son, entonces, dos circunstancias que se entrelazan en la vida de la autora y sobre las que se propone reflexionar. Una reflexión que Graciano pone en marcha a través de la reconstrucción de su historia familiar: para entender su nuevo rol como madre, nos dice, necesita rastrear cómo otras mujeres de la familia fueron madres antes que ella, cómo su abuela paterna, la Lela, fue madre de su padre, cómo ella también fue hija. En O ar, entonces, escribir es una tarea que se emprende para atravesar un duelo —el de la pérdida del padre— y para entender un nuevo modo de ser en el mundo, la maternidad.

Además, la construcción del relato familiar supone una “tarea arqueológica” que la escritora lleva a cabo a partir de distintos materiales: recuerdos, cartas, fotografías, letras de tango, poemas y las memorias de la Lela, cuya voz, señalada en itálicas, se suma a la de Graciano. La Lela escribe en papelitos numerados y la reproducción de su caligrafía, en cursiva, se incluye también en las páginas del libro, en el que se superponen diversas temporalidades y modos de escribir. Porque, para Graciano, la escritura es hacer un collage con esos materiales heterogéneos, para así construir un álbum familiar de palabras, memorias e imágenes.

Por eso, O ar constituye un diálogo entre generaciones —la autora, su hija, su abuela— que preserva la memoria familiar para transmitírsela a la generación siguiente. Reconstruir la historia de la familia permite unir varias vidas en un recorrido que va del pasado hacia el futuro: O ar es un texto que se escribe para trascender la muerte, para transformar la impotencia de las pérdidas en un testimonio del amor familiar. La escritura, para Graciano, recrea: no sólo da cuenta de una historia que, si no se registrara, quizás se perdería, sino que genera algo nuevo, provoca una sobrevida de esas personas queridas que están físicamente ausentes.

O ar, asimismo, es una historia de migraciones y diásporas, de guerras y convulsiones políticas que generan desplazamientos que arman y desarman lazos familiares. El abuelo y la madre de la Lela, Isolina, se trasladaron de España a la Argentina en la década de 1920 buscando mejores condiciones de vida; la bisabuela paterna de Nia, JoAnn, formó parte de la Gran Migración Afroamericana de sur a norte en Estados Unidos, en los años cuarenta; el fin de la última dictadura cívico-militar en la Argentina y la transición democrática, que coincidieron con el nacimiento de la autora y, más adelante en el tiempo, el traslado de la propia Graciano a Nueva York, en 2010.

El aire –o ar en gallego–, su presencia o su falta, es lo que articula los recuerdos que evoca el libro: el padre fumador con epoc, la Lela con dificultades respiratorias por el tipo de calefacción que se usaba en los conventillos, la rinitis alérgica de la autora, entre otros. El aire que, como se dice en el poema que cierra el texto, es como el amor, una esencia sutil que permanece y que transmite los afectos.

 

Mariana Graciano, O ar, Metrópolis, 2022, 196 págs.

14 Sep, 2023
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