Otra Parte es un buscador de sorpresas de la cultura
más fiable que Google, Instagram, Youtube, Twitter o Spotify.
Lleva veinte años haciendo crítica, no quiere venderte nada y es gratis.
Apoyanos.
Las estéticas de la disidencia sexual fueron (y si lo siguen siendo hoy en día es una pregunta que este libro también se hace) una forma del peligro. En dos sentidos: porque implican ellas mismas una desestabilización de los límites sexo-genéricos asociados a lo “normal” (son una fuerza peligrosa que atenta contra la continuidad y la normalización de la matriz hétero, cis, sexual), pero sobre todo porque son estéticas que surgen, ellas mismas, de contextos peligrosos, donde las condiciones de posibilidad de la vida se ven amenazadas, donde la práctica estética crece, como en el poema de Hölderlin, como eso que nos salva.
Y lo peligroso, como lo inteligible, se define según unas coordenadas culturales e históricas determinadas, se trata de un carácter necesariamente situado. Es por eso que uno de los objetivos de este ensayo es preguntarse por la disidencia sexual como experienca histórica, como práctica y también como producción de sentido en tándem con una serie de estéticas, entendiendo “estética” no como una consecuencia de la virtud artística sino como una “experiencia sensorial de la percepción”, una sensibilidad que puede despertarse con elementos disímiles que responden a diferentes tipos de prácticas.
La forma que adquiere la respuesta a esa pregunta no es la de un recorrido cronológico sino lo que el propio López Seoane plantea como un paseo por su “galería de caprichos”. Y es que una crítica de las estéticas disidentes no tiene por qué seguir las cronologías hétero-lineales (para decirlo con José Muñoz, uno de los teóricxs que forma parte del panteón erigido en el libro) de un campo disciplinar; antes bien, la forma misma del ensayo es un indicador de su gesto político: no incluye ningún objeto que no sea, por principio, algo que a su autor le genera placer.
Pero este decálogo de caprichos tiene poco de caprichoso. Al contrario, se trata de una serie de expresiones culturales que se encuentran en la confluencia entre el arte y el activismo político, una confluencia que tiene como punto de partida la experiencia de ACT UP a fines de la década de los ochenta en la ciudad de Nueva York y que termina leyendo el “aquí y ahora” —donde las políticas de visibilidad y, por qué negarlo, la cultura woke hicieron de algunas expresiones de la disidencia una mercancía popularísima, muy a pesar de los Milei locales y globales— desde figuras como Jorge Gumier Maier y militancias como las del Grupo de Acción Gay. En un recorrido que incluye la contracultura de los sesenta, las experiencias artísticas del consumo de drogas, una breve historia del cine queer y el surgimiento de la cultura drag, este libro construye una genealogía posible de las estéticas de la disidencia y articula puentes entre ellas y otras expresiones cuya fuerza política, disruptiva, hubo que aprender a señalar.
Y lo hace a la manera pedagógica e inclusiva de las maestras, no dando nada por obvio. Este texto surge de la investigación, del estudio y de la preparación de las clases de un seminario, es el resultado de un trabajo hecho en un contexto educativo. Es por eso que, a diferencia de las enredadas retóricas de algunos libros de historia o de las interminables discusiones que hacen a los “estados del arte” de libros de filosofía, este ensayo está escrito con la pluma paciente (y brillante) de una docente.
En tiempos neofascistas, las discusiones que plantea este libro parecen más vigentes que nunca. ¿Qué significa el término “queer” en unas coordenadas como las nuestras? ¿Para qué sirve hablar de “disidencias sexuales”? ¿Podemos disentir desde la popularidad y la visibilidad que nos presta el mercado? Si las expresiones que alguna vez fueron formas marginales y subalternas de hacer frente a la precariedad de la vida son recuperadas por museos y galerías, ¿sobrevive su potencia transformadora?
Todavía no sabemos cuáles son las luchas que daremos en los años que siguen, no conocemos su alcance ni tenemos para medir más que la temperatura (siniestra) de los discursos de quienes gobiernan. Pero si donde está el peligro crece lo que nos salva, este libro será, además de una genealogía, además de una biblioteca personal, además de un archivo del lujo, una caja de herramientas para pensar las nuevas relaciones que, con toda seguridad, veremos tejerse entre acción política e imaginación estética.
Mariano López Seoane, Donde está el peligro. Estéticas de la disidencia sexual, Beatriz Viterbo Editora, 2023, 338 págs.
La sociología de la literatura se ha transformado en historia del libro. El camino marcado por la importación de los estudios culturales y la sociología de tono...
Territorios imaginarios se suma al catálogo de Excursiones para continuar con una serie de publicaciones colectivas que reúnen miradas sobre el quehacer artístico. La editorial ha publicado...
Adorno decía que la teoría estética de Kant tenía como mérito haber separado para siempre el arte de la pornografía y de la cocina, es decir, de...
Send this to friend