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El monólogo teatral se define, en general, como una forma dramática que reproduce la voz de un único personaje que se expresa extensamente sin ser interrumpido. Sin embargo, algunos investigadores —Ubersfeld, Sanchis Sinisterra, Fobbio, por ejemplo— discuten esta caracterización. Para ellos, las distintas manifestaciones monologales (los monólogos propiamente dichos, los soliloquios, los unipersonales, entre otros) presentan un entramado polifónico, en el que distintas voces y puntos de vista son convocados. En otros términos, su carácter “monologal” es sólo aparente: si bien existe un único sujeto que dice, su decir está habitado por múltiples discursos ajenos —algunos evidentes, otros ocultos— que dialogan entre sí en el interior del monólogo.
Coral. Monólogos teatrales, de Luis Loyola Cano, explora (en sentido estricto, explota) este carácter dialógico y polifónico que tiene la comunicación humana. La antología está compuesta de veinte obras breves agrupadas en dos conjuntos: por un lado, once unipersonales escritos por el autor; por el otro, nueve textos que son el resultado de un proceso de reescritura de monólogos propios ya publicados que Cano reelabora ahora junto con otros dramaturgos (Marina Jurberg, Mariana de la Mata, Laura Paredes, Laura Fernández, Laura Derpic, Consuelo Iturraspe, Beatriz Catani, Ariel Gurevich y Alejandro Tantanian). En estos materiales, los distintos estilos de los escritores se funden para conformar un nuevo sujeto de enunciación monologal que es, a su vez, una versión —un eco— de un personaje previo. Coral es, verdaderamente, un título apropiado: no sólo porque se trata de piezas realizadas de forma colectiva, sino, sobre todo, porque en estos textos Cano dialoga también con sus voces del pasado.
Como si esto fuera poco, el libro suma, además, un prólogo y un epílogo (a cargo de Mariana Mazover y Juan Cruz Forgnone, respectivamente), notas genéticas (de Lorena Verzero), que brindan información sobre la historia de las obras, comentarios de los dramaturgos sobre el proceso de escritura y testimonios de artistas que participaron de los montajes (Luciano Suardi, María Inés Sancerni, Stella Galazzi, entre otros). La incorporación de todos estos paratextos y metatextos suma nuevas perspectivas que enriquecen la lectura y potencian el carácter polifónico de la publicación.
Es más, dejando de lado su proceso de composición, se observa en cada una de las veinte obras un collage de distintas voces (soliloquios de varios personajes entrecruzados, discursos citados, alusiones, intertextos), que, por su parte, funda nuevas posibilidades expresivas para el monólogo teatral. Coral es, esencialmente, un experimento en el que se ensayan nuevos modos de escribir literatura dramática. En efecto, su principal atributo es, a mi juicio, su carácter innovador. Se trata de materiales que, inscriptos en el teatro posdramático, tienen una naturaleza narrativa y poética que expande los límites del género teatral.
Coral es también un archivo que recopila la vasta producción de monólogos de Cano y recuerda, en el proceso, que nos encontramos frente a una de las figuras más relevantes de la dramaturgia argentina contemporánea.
Luis Loyola Cano, Coral. Monólogos teatrales, Saverio Editorial, 2022, 262 págs.
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