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Una traducción de poco más de trescientos veinte versos del extenso poema de Lucrecio De rerum natura puede parecer una muestra, una módica selección, pero si la versión es de Sergio Raimondi se trata de un acontecimiento en nuestra propia lengua. El traductor entonces eligió la sección, entre todos los nacimientos de cosas de aquel famoso libro, dedicada al surgimiento del deseo, el placer y las relaciones sexuales, que además plantea ciertas conexiones previas con el sueño, donde el deseo se vuelve imagen, y con la reproducción de los seres, consecuencia por otra parte azarosa del placer erótico.
El imprescindible prólogo de Raimondi explica, entre otras cosas, la estructura del poema de Lucrecio, las dudas existentes en la filología sobre su conclusión, pero opta sobre todo por resaltar la obediencia del conjunto a un arte combinatoria que además es su tema, los elementos de la materia, lo que los griegos llamaron átomos, los primordia en latín, mezclándose y moviéndose y dando origen a todo, incluyendo nuestro cuerpo, sus pasiones, y también nuestro ánimo o alma, que morirá como cualquier cosa que alguna vez se integró, desintegrándose de nuevo en sus corpúsculos. Sin embargo, el prólogo no acentúa tanto, aunque los mencione, los efectos filosóficos del poema de Lucrecio, presente en una larga tradición materialista, sino más bien su eficacia poética: la elección del hexámetro dactílico, ya muy antiguo para el poeta latino, al que someterá a operaciones nuevas, al prosaísmo, al énfasis, a la exposición didáctica y a los ejemplos de tesis sobre diferentes saberes. En el fragmento elegido, veremos esas tesis sobre los líquidos que se agitan con el deseo sexual, que llevan también al hexámetro a agitarse con su asunto. Raimondi subraya las repeticiones, las aliteraciones, los adverbios tomados de la prosa, el lenguaje literal del sexo que será el suelo procaz para los poetas eróticos que vendrán en la lengua latina; pero este subrayado se refiere en principio a la cuestión del verso. Más allá de la visión material de las cosas, de los corpúsculos en movimiento incesante, de las escenas que el poema arma y desarma, importaría la percepción de un ritmo. Por eso, la versión se ajusta a la unidad de cada verso, intenta traducir ese fraseo acotado por la prosodia, o estimulado por ella. Dice Raimondi: “Lucrecio exhibe su percepción material de la lengua; incluso de la lengua como ese órgano que la intenta pronunciar en fricciones disímiles contra los dientes”. Del mismo modo, la traducción parece morder nuestra propia lengua, con el voseo argentino, midiendo sus combinaciones y sus posibilidades de reflexión y de refracción. El resultado es un verso regular pero no medido, que oscila alrededor de las quince o dieciséis sílabas, y que traslada la cuestión del verso latino, expositivo y autoconsciente a la vez, a nuestra oralidad que sueña con su escritura.
En un momento en que Lucrecio ironiza sobre cómo el deseo o el amor, cuya diferencia posiblemente sea un efecto ilusorio, hacen ver hermosos los defectos de la amada o deseada, Raimondi desata su percepción de matices en nuestro castellano: traduce tumida et mammosa por “gorda tetona”; parvula, pumilio, chariton mia por “la chiquita, la enana, gracia mía”, etcétera.
No deja de subrayar esta versión una conclusión lucreciana nada común en su época: que es posible en amor el goce de los dos, communa gaudia, mutua gaudia, communis voluptas. Y dice: “Por eso, una y otra vez, lo digo: hay placer común”. Si bien puede que tal unión en el sexo sea una ilusión más, provocada incluso por la repetición, el hábito, tal como se pregunta Lucrecio, y traduce Raimondi, en la última imagen de esta parte dedicada a “las cosas venéreas”: “¿O no ves cómo la gota cayendo una y otra vez / en la roca a lo largo del tiempo la atraviesa?”.
Y el último verso es un perfecto alejandrino, mordido acá entre nosotros por tantas lenguas afuera sobre almohadas modernistas. Pero su simetría era una ilusión, un simulacro momentáneo, suscitado por la caída, el vacío, de una cesura justo al medio.
Sergio Raimondi, Lucrecio, N Direcciones, 2023, 78 páginas.
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