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La relativa indigencia de la bibliografía teórica sobre historieta es todo un indicio del lugar incómodo y lateral por el que siempre circuló ese lenguaje poco valorado y mal comprendido. No tendría sentido comparar con los masivos desarrollos de la teoría literaria, pero acerca del cine se debe escribir más en un mes que sobre historieta en décadas. No se puede descartar que la bibliografía dedicada a videojuegos ya esté superando a la que se ocupa de ese crepuscular lenguaje que consiste en narrar yuxtaponiendo dibujos sobre una superficie. Incluso en los años de mayor entusiasmo, aquellos que en la Argentina iluminaron Masotta o Steimberg, las historietas se leían más bien como un extraño fenómeno surgido de lo que se conocía como “medios de masas”. Cuando se perdió la masividad, disminuyó el interés, sobre todo por los desarrollos teóricos (los estudios históricos gozan de mejor salud). Una ubicación frágil entre las disciplinas universitarias no ha colaborado para fortalecer esas investigaciones. Por eso, la publicación en la Argentina de Sistema de la historieta, de Thierry Groensteen —traducción de Système de la bande desinèe, publicado originalmente en 1999 por Presses Universitaires de France—, es un verdadero acontecimiento. Aunque parezca un elogio venenoso después de haber protestado por la escasa competencia, se trata sin dudas del mejor libro de “teoría de la historieta” disponible y, más allá de ese modesto podio, es un libro excelente.
Groensteen, nacido en Bruselas (una ciudad donde los personajes de bande desinée asoman en cada esquina), no parte de una mirada exterior a la historieta. Dirigió Les Cahiers de la Bande Dessinée y el museo de la historieta de Angoulême y ha publicado multitud de libros y artículos sobre el tema. Haciendo honor al título, su “sistema” es el intento más completo y orgánico por entender cómo funciona ese lenguaje que alguna vez leyó todo el mundo pero que parece esquivo a las definiciones y teorías. El marco de la investigación es la semiótica y el pensamiento francés heredero del estructuralismo (Barthes, Genette o Metz). Sin embargo, desde el principio está claro que busca evitar la construcción de una mirada de la historieta como literatura dibujada o como versión pobre del cine, y en esa búsqueda de una terminología y de conceptos propios radica buena parte de su interés y de su productividad.
Sistema de la historieta intenta ser una teoría de cualquier historieta, pasada o futura, y casi siempre lo consigue, salvo por alguna ocasional generalización de las peculiaridades del álbum francés. Lo que propone, en lugar de una definición, es una condición mínima, un concepto que probablemente quede como terminología común: la “solidaridad icónica”. Una historieta es, como mínimo, un discurso compuesto por imágenes “separadas y sucesivas que están plástica y semánticamente sobredeterminadas por el hecho mismo de su coexistencia in praesentia”. Este concepto sirve para estructurar el libro, que se ocupará sucesivamente del modo en que los elementos gráficos se disponen sobre un espacio (“el sistema espacio-tópico”) y el modo en que cada elemento se articula con los elementos cercanos para construir una secuencia casi siempre pero no necesariamente narrativa (la “artrología restringida”) y con todos los elementos de la obra, en una suerte de red (la “artrología general”). Como se ve, se trata de conceptos irreductibles a otros lenguajes. Ni la literatura ni el cine ponen a la vez, frente al lector, lo sucesivo y la visión panóptica del conjunto, como ocurre aun en la más banal y menos compleja de las páginas de historieta. Esta atención al componente espacial (al funcionamiento del cuadro de cada viñeta y de cada globo, al modo en que se organiza la “puesta en página”) es uno de los rasgos más peculiares del sistema: contra lo que suele pasar en trabajos de otros autores, el análisis de lo espacial inicia la exposición y se lleva casi el doble de páginas que el análisis de las secuencias. Es que lo sucesivo es también espacial.
Système de la bande dessinée tiene una segunda parte, de 2011, dedicada sobre todo a la enunciación narrativa. Menos orgánico que su antecesor, es de todos modos un libro que valdría la pena traducir: confiemos en el éxito de la primera parte y en una multiplicación editorial de trabajos teóricos. Pero no nos adelantemos: la lectura del Sistema de la historieta ofrece casi en cada página algo que suele ser esquivo en los libros teóricos: ideas y conceptos que estimulan su uso, que ayudan a entender y a pensar y que, lejos de anular el placer de la lectura de su objeto, lo estimulan y lo enriquecen.
Thierry Groensteen, Sistema de la historieta, Hotel de las Ideas, 2024, 204 págs.
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