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Lo demoníaco acecha la historia de América Latina. Los cronistas de Indias relacionaban algunas costumbres de los indígenas americanos, como el canibalismo, con la presencia del demonio en el Nuevo Mundo. Los sertanejos de Os sertões (1902) de Euclides da Cunha veían la república brasileña como una entidad demoníaca. Los campesinos y mineros colombianos a los que Michael Taussig entrevista en The Devil and Commodity Fetishism in South America (1980) concebían la transición al capitalismo y la pérdida de los medios de producción como un pacto con el diablo. El epígrafe de El reino de este mundo (1949) de Alejo Carpentier proviene de una obra de Lope de Vega, El nuevo mundo descubierto por Cristóbal Colón (1600), en que el demonio juega un papel fundamental y dice ser “el rey de Occidente”.
Carpentier es una referencia ineludible para la escritora y cantautora dominicana Rita Indiana, cuya última novela, Asmodeo (2024), sigue a un demonio que se instala en el cuerpo del rockero Rudy Caraquita, quien desde hace varios años atraviesa una parálisis creativa y existencial. En la interacción entre Rudy y Asmodeo (uno de los nombres que recibe el diablo en las religiones abrahámicas) convergen varias obsesiones que emparientan a Indiana con Carpentier, como el demonio en tanto figura del acto creativo, el reciclaje de formas anacrónicas como el teatro del Siglo de Oro (Rudy está escribiendo una obra teatral en décimas que coexiste con la prosa narrativa de la novela) y el sincretismo afrocaribeño.
Así como se deleita en mezclar la prosa con el teatro en verso, Indiana introduce un elenco de personajes que no sabemos si son reales o si provienen de la imaginación desbordada de Rudy, que, invadido por la “vitalidad vengativa y medieval” de Asmodeo, está recuperando sus poderes creativos. Cultora del simulacro, Indiana nos pasea por un universo en el que las diferencias entre original y copia se licúan mientras que el mundo corporal de Rudy choca con la disputa espiritual entre Asmodeo y el demonio Icosiel.
La novela transcurre durante una semana de 1992, época en que el caudillo Joaquín Balaguer —el autoritario heredero del dictador Trujillo— está a cargo de la “amnésica democracia” dominicana que implementa medidas de austeridad a pedido del FMI. Al igual que en novelas anteriores, como La mucama de Omicunlé (2015), Indiana se muestra interesada en los años noventa y tempranos dos mil, un período de transiciones estéticas y políticas en que nace un arte colaborativo o relacional muy afín a su obra literaria y musical. Los protagonistas de sus novelas son, como Rudy, “náufragos que leen el firmamento buscando el camino a casa” o “huérfanos de sí mismos”, quienes reciclan la tradición cultural a fin de situarse en el caos simbólico y material del cambio de siglo.
Son dos las figuras que usa Indiana en Asmodeo para designar la tarea del escritor. Una de ellas es la del reciclador, que aparece en la novela a través del personaje de El Buzo (el nombre que se le da en la República Dominicana a los trabajadores de la basura), que encarna el procedimiento de collage o patchwork de referencias culturales que recorre la obra de Indiana. Las otras figuras son los árboles, especialmente “las ceibas centenarias”, que también aparecen en La mucama de Omicunlé y en el video de su canción “Do pa lo do” como símbolos de la necesidad de retornar a momentos fundacionales de la historia nacional y la tradición cultural en una época de amnesia generalizada.
Indiana concibe la literatura como una conjura del demonio en tanto fuerza del mal y espíritu creativo. Asmodeo es una importante adición a la obra de la escritora dominicana, que está reinventando la forma de la novela y trabajando con el “collage mutante” en que se ha convertido la cultura en estas primeras décadas del siglo XXI.
Rita Indiana, Asmodeo, Periférica, 2024, 264 págs.
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