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En el origen de la modernidad literaria se encuentra la imitación de la música. El "Ut musica poesis" de los simbolistas y los modernistas atraviesa las vanguardias (Lorca, Stein) y las posvanguardias (Kerouac, Cortázar) y llega hasta nuestro presente, en cuyo centro se encuentra la figura del DJ. Lo musical ya no sólo tiene que ver, pues, con la sonoridad del lenguaje o con los ritmos que brotan de los instrumentos, sino también con las tecnologías de la producción y de la posproducción. Tanto con la mimesis como con el remix. En esa tradición, en ese territorio, estrictamente contemporáneo, se ubica la nueva propuesta de Germán Sierra, uno de los escritores españoles que han llevado la ciencia y la sociología de nuestra época a la literatura y, tal vez, el que mejor conoce los rumbos de la ultimísima literatura norteamericana.
Standards en una novela-en-relatos que cita a la física Lisa Randall, practica la arqueología del videojuego y da pistas sobre su propia naturaleza: “Son unas canciones excelentes. Es como Parker o Coltrane tocando las viejas melodías de Cole Porter: algunos de esos temas serán standards dentro de veinte años”. Se trata de construir una estructura centrípeta y multicanal, por donde los textos circulan, narrativos, ensayísticos, poéticos, aforísticos: “La victoria es un cambio en la percepción”; “a la mística siempre le ha faltado estadística”; “el rostro humano no es más que una base de datos”. La moda, la publicidad, la nanotecnología, el trabajo, el sexo, el jazz: los temas se van sucediendo como círculos o estrías en la superficie de un disco. O de un cedé. Anillos de Saturno. El libro me ha recordado Rayuela (una condensación, una fragmentación donde se impusiera, entre pieza y pieza, el abismo de la elipsis) y, entre sus coetáneos, Impureza, de Marcelo Cohen. Pareciera que la tendencia general es la exploración de lo visual, pero algunos autores insisten en que la imagen no se explica sin la música que la hace vibrar.
Germán Sierra, Standards, Pálido Fuego, 2013, 150 págs.
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