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El Lacan de la década de 1970 no es sólo el del matema y los nudos borromeos. Es también, y sobre todo, el de lalangue, el parlêtre y el goce femenino, afirma rotundamente Barbara Cassin. Y para demostrarlo, nada mejor que recurrir al pensamiento griego y a las marcas que este deja en la enseñanza de Lacan. Por eso, no se trata aquí sólo, como podría suponerse, de proporcionar a los estudiosos de Lacan, en plan propedéutico, las herramientas de análisis de la helenista o de la especialista en filosofía antigua, sino sobre todo de discutir, gracias al docto manejo de semejantes armas, algunas lecturas filosóficas, de matriz platonizante, del psicoanálisis lacaniano –especialmente la de Alain Badiou–. En este libro Cassin continúa el debate iniciado con el volumen en coautoría con Badiou, No hay relación sexual. Dos lecciones sobre “L’Étourdit” de Lacan (2010), que convendría leer conjuntamente con este. Sin embargo, Cassin elige estratégicamente oponer sobre todo Aristóteles a Lacan.
Cinco partes relativamente autónomas forman el cuerpo de Jacques el sofista. La primera se atreve a pensar la transmisión del psicoanálisis, por fuera de la literalidad del matema, a partir de la doxografía, es decir, de la modalidad fragmentaria, alusiva y anecdótica con que se recogió la enseñanza de los filósofos clásicos –especialmente los presocráticos– cuyos textos no se han conservado –Cassin llama la atención, en un prólogo autobiográfico, sobre el interés por este tema del propio Lacan–. La segunda y la tercera partes están dedicadas a reivindicar la figura del sofista en contra de la tradición filosófica occidental y a explorar sus relaciones con la del psicoanalista, a partir de la importancia que ambos conceden a la escucha y a la performance discursiva, al “hablar por el gusto de hablar”. Como consecuencia, la cuarta y quinta partes, sin dudas las de mayor interés, exploran el problema del sentido en el psicoanálisis en tanto resistencia a los principios lógicos del Órganon aristotélico. A partir de lo que denomina logos-pharmakon, Cassin se aplica a mostrar cómo la práctica psicoanalítica misma, en su carácter de performance discursiva, impugna las concepciones del lenguaje y del sentido de la tradición filosófica occidental. Esto le sirve para, de paso, dudar de que Lacan pueda aportar realmente mucho a un pensamiento del ser y de la declaración militante de verdades. La ambigüedad huidiza de la ausencia/el au-sentido (au-sens) sofista le parece, por esto, preferible a las verdades supernumerarias que agujerean el saber. Un epílogo personal explicita la función clínica y terapéutica que, en la experiencia de la autora, posee esta concepción alternativa del discurso.
Barbara Cassin, Jacques el sofista. Lacan, logos y psicoanálisis, traducción de Irene Miriam Agoff, Manantial, 2013, 192 págs.
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