Música y cambio climático: retórica de la urgencia

Hay un antiguo carácter chino, 廻, que significa “dar vueltas”, “girar”, “circunferencia” (en japonés forma el verbo meguru, 廻る), y denota una rueda que nunca termina ni se detiene. El carácter ha sido comúnmente reemplazado y simplificado en el Japón y la China modernos por 回, que resume ya visualmente su sentido. Lo interesante de aquella forma tradicional del kanji es que junto a ese eterno girar de todas las cosas se encuentra el ser humano. 廻 está compuesto por dos partes: 回, la rueda y 廴, un hombre andando, dando pasos. Los cuentos de Pema Tseden, escritor y director de cine tibetano, fallecido a los 53 años en 2023, parecen inseparables de aquel concepto, tan cercano al budismo.
Haremos un alto temprano en esta reseña para dejar un pedido al lector: si aún no vio las películas de Tseden, por favor hágalo. Empiece con Globo (2019), después busque Jinpa (2018), Tharlo (2015), El tenue canto de las piedras sagradas (2005, una de las primeras películas —o la primera— habladas enteramente en tibetano) y todas las que pueda encontrar. Los dos relatos que dan título al libro fueron el germen para las películas del mismo nombre.
Globo y Tharlo es el primer libro llevado al español de Tseden, publicado por la editorial Hermida y traducido por la peruana Isolda Morillo. En idiomas occidentales hasta el momento sólo existían dos libros de cuentos traducidos al francés y una antología al inglés: Enticement, Stories of Tibet (2018), realizada por la especialista en literatura tibetana Patricia Schiaffini-Vedani y por Michael Monhart; también pueden encontrarse algunos relatos sueltos de Tseden en revistas y blogs, traducidos al español, inglés y francés.
A pesar de que los cuentos de Globo y Tharlo son independientes de las películas del autor, junto a ellas adquieren otros sentidos: cielos interminables mezclados con la tierra blanca, vacía y seca, el horizonte de la meseta tibetana, tan protagonista de estas historias como sus personajes; y una cultura tan física, tan viva aún hoy en los cuerpos de las mujeres y los hombres, como espiritual, inmersa en la tradición llena de pequeños y grandes ritos (que van desde regatear escondiendo las manos en las mangas de un largo atuendo tradicional hasta consultar al lama sobre todos los asuntos importantes de la familia y repetir como un mantra el rezo budista Om mani padme hum, haciendo girar la rueda de oración).
Tal vez puedan imaginarse dos orígenes para los relatos publicados en la antología de Hermida; por un lado, algunas de las historias, como “Tharlo” y también “Globo”, son netas, descriptivas de escenas que por precisa acumulación van mostrando el tema. Quizás podría arriesgarse que Tseden pensó cuentos como estos, desde un principio, para ser filmados. En cambio, hay un tipo distinto de relatos, más onírico, como “La muchacha que dormitaba de pie” o “Tsering, el Trovador Errante”, donde la extrañeza de personajes que conviven con realidades y tiempos diferentes, pero siempre interconectados, se hace presente ya en la forma y en las palabras. Tal vez estos no nacieron para ser filmados.
Tseden no sólo fue director cinematográfico y narrador, sino que principalmente se dedicó a difundir la cultura tibetana, traduciendo al chino a autores contemporáneos y también antiguos textos folclóricos tibetanos, como las Historias del cadáver dorado. El complejo conflicto político Tíbet-China ha sido protagonista de la información que ha llegado del Tíbet a Occidente desde mediados del siglo XX (especialmente a partir de las voces de los tibetanos exiliados, con el Dalái Lama a la cabeza, que piden por la independencia del Tíbet). Sin embargo, este no es un tema “en primer plano” en las historias de Tseden, un tibetano que nació durante la Revolución Cultural y creció en una tierra ya regida por las reglas de la China comunista. Estudió en la Academia de Cine de Beijing, fue profesor en la Academia de Arte de Hangzhou; su primera película, El tenue canto de las piedras sagradas, recibió el premio al mejor director en el Festival de Internacional de Cine de Shanghái (uno entre los muchos premios que sus films recibirían después) y el mundo chino quiso verlo como un autor y director chino-tibetano.
Si el conflicto Tíbet-China no es un tema “en primer plano” en las historias de Tseden, sí parece sentirse muchas veces en sus personajes una desazón y al mismo tiempo un gran esfuerzo por intentar adecuarse a pautas ajenas, como la política del único hijo (vigente en el territorio chino entre 1982 y 2015), protagonista de “Globo”. Su último filme, Leopardo de las nieves (2023), trata sobre un pastor de la árida estepa tibetana al que un leopardo de las nieves le ha matado nueve ovejas. El pastor atrapó al leopardo y quiere matarlo, por venganza y para que no vuelva a acechar a sus ovejas. Pero para las autoridades chinas, el leopardo de las nieves es un animal protegido y para un monje budista, hermano del pastor, el leopardo es algo cercano a una deidad. El conflicto de culturas tendrá un costo que alguien deberá pagar.
Pero si hay un tema que ronda como una figura siempre presente en la mayoría de las historias de Tseden es aquella rueda que nunca deja de girar, y dentro de la cual los personajes intentan hacer pie: en la vigilia y en el sueño, en la vida y en la muerte. La concepción budista de la reencarnación (que adquiere características tan propias en el budismo tibetano) aparece como una de las infinitas formas que toma la rueda del “eterno retorno”, de la que participan todas las cosas del mundo.
Pema Tseden, Globo y Tharlo, traducción de Isolda Morillo, Hermida Editores, 2024, 146 págs.
No todos los días se escribe sobre el primer libro de una editorial naciente como Palmeras Salvajes, que inicia su catálogo con Risa negra, el libro más...
Inspirada en la noticia del fallecimiento de una mujer en una comunidad de Utrecht (Países Bajos) durante el verano de 2017, Gerda Blees (1985), escritora y poeta...
Fritz Zorn murió joven e infeliz, rico y solo. Su historia fue la de una discordancia entre un exterior armónico y un interior pútrido de neurosis: hasta...
Send this to friend