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En aquellos tiempos en que un fantasma recorría Europa, un personaje encarnó lo que podríamos llamar —para no abandonar la metafísica— el espíritu del capitalismo: el burgués, el protagonista de este libro de Franco Moretti.
La literatura es un documento histórico tramposo, siempre dispuesto a dejar hablar a los estilos y a los géneros por encima de cualquier representación de lo real. Con agudeza, Moretti evita un catálogo de tipos y una enumeración de personajes, y busca, según sus palabras, el modo en que los burgueses son “refractados por el prisma de la literatura”. No es casual que, puesto a elegir una metáfora óptica, haya evitado la del reflejo: este es un extraño libro sobre literatura europea de los siglos XVIII y XIX en el que casi no aparece la palabra “realismo”.
El burgués. Entre la historia y la literatura se organiza a partir de grandes zonas geográficas más que cronológicas: la primera irrupción del burgués aventurero en la Inglaterra de Defoe, con su herencia en el “siglo serio” de la prosa continental; la “niebla” victoriana; el experimento de “colocar los valores burgueses lo más lejos posible del contexto original”, en Portugal, España o Rusia; la “zona gris” del límite de todas las contradicciones en el teatro de Ibsen. La atención, sin embargo, no está puesta en la sociabilidad literaria sino en la materialidad de las palabras. Los capítulos se concentran en dos aspectos: la prosa y las “palabras clave”. En los apartados sobre la prosa, Moretti examina la organización de los textos en su nivel más básico. En una de las líneas (de Defoe a Flaubert) muestra el uso constante de tríadas de gerundio, pretérito perfecto e infinitivo con que en Robinson Crusoe se sugiere un pasado que siempre es apoyo de desarrollos futuros; el auge de la literalidad que pauta aquello que Borges definió como el paso “de las alegorías a las novelas”; el privilegio de la precisión por sobre el significado, que llevó, junto con el uso del estilo indirecto libre, a “la pesadilla de Bouvard y Pécuchet: ya no saber distinguir una novela sobre la estupidez de una novela estúpida”. La otra de las líneas es la “niebla” victoriana, con la apelación a la vaguedad y a la difuminación de las evaluaciones entre adjetivos dispersos, que aparece como un intento por sepultar la precisión y ocultar al burgués en el momento mismo en que el capitalismo triunfa.
El segundo espacio de análisis es el de las palabras clave: estudios, también intercalados, sobre la evolución, el significado y, notablemente, la frecuencia de aparición de palabras como “útil”, “eficiencia”, “confort”, “serio” o “ernest”. Es en estos apartados donde surge con más fuerza una metodología cuantitativa que hará rechinar los dientes de muchas almas bellas. Moretti dirige el Literary Lab en Stanford y trabaja analizando con técnicas informáticas grandes corpus de textos. Esto, lejos de volver árida su argumentación, le confiere certezas: un antídoto contra las nieblas victorianas que se esconden en tantos estudios literarios.
Franco Moretti, El burgués. Entre la historia y la literatura, traducción de Lilia Mosconi, Fondo de Cultura Económica, 2014, 241 págs.
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