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Veinte líneas por día

Harry Mathews

OTRAS LITERATURAS

Hasta hace unos días, una muy buena exposición de León Ferrari en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires ofrecía varias respuestas posibles a la pregunta “¿Que significa una línea?”. La pregunta me parece también válida en el contexto presente porque, si bien el libro de Harry Mathews se titula Veinte líneas por día, y la idea rectora del autor —el único miembro norteamericano de la agrupación literaria OuLiPo— fue la de escribir veinte líneas por día, algunas entradas son bastante más largas que otras. Parece que la definición de una línea, como Ferrari demostró de manera magistral, depende del ojo con que se mira.

La idea de este libro la inspiró Stendhal, que en algún momento de exigencias editoriales se propuso escribir veinte líneas por día para terminar a tiempo el libro que estaba escribiendo. Las razones de Mathews, sin embargo, no fueron tan directas: en realidad, como dice en el prefacio, se propuso el mismo ejercicio buscando una solución a su “ansiedad de la página en blanco”, y también, creo, aunque no lo dice de manera tan clara, a varias otras ansiedades y tristezas existenciales que lo acechaban. El resultado fue efectivamente una mezcla de diario personal (aunque el lector-auditor notará que en absoluto escribe todos los días) y una especie de training journal literario en el que el escritor documenta el régimen de entrenamiento que precede la escritura verdadera, en este caso la de su novela Cigarettes (1987).

Como es de esperar, eso significa una lectura muy variable en todo sentido de la palabra. Hay reflexiones de una cotidianidad casi brutal; el tiempo es “bueno / malo/ noestoyseguroquépiensodeltiempohoy; ¿no son lindos los pájaros / árboles / nevadas / vivir en la campiña francesa?”; hay momentos de introspección y autoanálisis igualmente brutales; hay indicaciones de que fue un padre bastante excéntrico; hay muchos pensamientos sobre la eficacia del ejercicio; hay descripciones y memorias de encuentros con contemporáneos, amigos y álter egos (a mí me gustó mucho Billy Bodega, uno de estos últimos); hay joyas literarias exquisitas; hay de todo. Todo lo que se podría esperar de un escritor como Harry Mathews en este momento de su vida.

Y así llegamos a otra pregunta, la que más me molestaba mientras leía el libro: ¿por qué lo habrán editado? O mejor dicho: ¿por qué habrán editado este libro? Harry Mathews escribió más de veinte libros y, que yo sepa, este es el único que se puede conseguir en Argentina. Si uno quiere presentar un escritor a una nueva generación (que es lo que está haciendo la editorial, se lo proponga o no), ¿no hubiera sido mejor elegir uno de sus libros más contundentes? (Ya que estoy criticando a los editores: otra vuelta de correcciones tampoco habría venido mal). Como ya mencioné arriba, y como afirma Mathews varias veces, los textos recopilados en este libro eran una especie de precalentamiento antes del trabajo de verdad: puede ser muy interesante ver a un atleta precalentar en la cancha, pero la gran mayoría de los espectadores se quedan para ver el partido. Esperemos que esta sea la primera entrega de una serie de libros de Mathews, que, a juzgar por sus ensayos, seguramente encontrarán muchos lectores en el país.

 

Harry Mathews, Veinte líneas por día, traducción de Cecilia Pavón, Mansalva, 2015, 142 págs.

20 Ago, 2015
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