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“Un vasto fragmento metódico de la historia total de un planeta desconocido, con sus arquitecturas y sus barajas, con el pavor de sus mitologías y el rumor de sus lenguas”, escribió Borges en uno de los más celebrados relatos de Ficciones. Tal vez la mayor dificultad que enfrentará quien intente reseñar la titánica La literatura fantástica argentina en el siglo XIX que firma Carlos Abraham sea, menos que la de dar cuenta de la inmensidad del material que la obra toma a su cargo, la de capturar el gesto que preside la aventura de escribirla: en él se combinan pasión de coleccionista, vocación de exhumador, pericia de cartógrafo, atenta debilidad por la rareza, empeño de biógrafo y talante de narrador febril. El resultado es, sin lugar a dudas, un libro único en su especie. Una salvajada, un libro monstruoso, propone Juan Sasturain en el elogioso prólogo que le dedica a una obra de la que podría decirse simplemente —para no redundar en la adjetivación— que desafía los lugares comunes de la hipérbole.
Con rigurosidad y envidiable convicción, Abraham se entrega a delinear los contornos de un vasto fragmento hasta ahora prácticamente desconocido de la historia literaria nacional. Porque a excepción de algunos nombres y de obras ya ponderadas en estudios previos, el fantástico decimonónico argentino se revela y se expande en esta indagación a la vez como territorio inexplorado y como nuevo prisma para revisar la práctica, la crítica y la historia de la literatura argentina durante todo un siglo largo. Las “literaturas de lo insólito”, como propone denominar el autor un gran conjunto que incluye el género fantástico, la ciencia ficción, el maravilloso y las literaturas de lo extraño, son puestas en relación con los clásicos universales (Poe, Hoffman, Verne, Radcliffe, entre otros) destacando influencias, recorriendo linajes y modalidades de recepción, y situándolas a su vez en conexión con cultores de estos géneros en el resto de América Latina.
Resulta interesante resaltar que, junto al panorama de autores y autoras locales (los canónicos, los poco conocidos, los hasta ahora anónimos, los que dejaron sólo algún manuscrito inédito o aquellos cuyas ocasionales incursiones en el género recibieron escasa o nula atención) y la minuciosa reconstrucción de corrientes, variantes estilísticas, recursos y procedimientos textuales analizados en cada caso, cobra relieve en este estudio el especial cuidado que presta Abraham a los modos de circulación, los formatos de publicación y los canales de legitimación como instancias potentes para proyectar preguntas y problemas sobre este nuevo campo ensanchado del fantástico literario y más allá.
El lector desprevenido —y no se podría ser otro frente a este desmesurado proyecto— se encontrará además con el valioso archivo de años de lectura. Sin escatimar detalle y sumiéndonos por momentos en un estado de admirada perplejidad, Abraham narra con indisimulable interés cada una de las tramas argumentales de los cientos de textos que conforman su corpus de análisis. No sólo demuestra que ha leído y que ha leído con exhaustividad, sino que, como una suerte de pulso subterráneo que percute por debajo del trabajo arduo y serio del investigador, se recorta con nitidez el temperamento incorregible y vital del lector apasionado. Quizá sea ante todo esto último lo que augura para esta rara avis la esquiva virtud que lo vuelve indispensable.
Carlos Abraham, La literatura fantástica argentina en el siglo XIX, CICCUS, 2015, 736 págs.
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