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Más de diez años después de publicar Insensatez (2004), novela que se adentraba en el archivo del genocidio guatemalteco para desde allí explorar la posibilidad o imposibilidad de narrar el dolor ajeno, el escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya regresa al archivo histórico de las guerras civiles centroamericanas para narrar esta vez el destino errático de una sociedad que ha perdido el horizonte redentor del gran relato revolucionario. Moronga, su nueva novela, ata las tres grandes instancias de violencia en la región —las guerras civiles, la crisis migratoria y el narcotráfico— mediante una trama policial que busca aclarar la enigmática muerte del poeta salvadoreño Roque Dalton, asesinado en 1975 por sus propios camaradas comunistas bajo falsas sospechas de traición.
“Yo me formé para accionar sabiendo quién era el enemigo. Todo muy claro. Había un sentido, una causa […] No podría sobrevivir en este puterío de traiciones”, dice uno de los dos protagonistas de la novela, y los lectores comprendemos que el libro esboza los contornos de una sociedad en la que el sentido de la historia siempre está amenazado por la posibilidad de la traición. Incapaz de aferrarse a una causa, siempre persiguiendo los senderos del capital, la figura del traidor hace temblar toda certeza: convierte la fe revolucionaria en paranoia. Moronga se transforma entonces en una exploración de la caída de las certezas políticas y el surgimiento de la paranoia como motor histórico, en una sociedad condenada a la vigilancia constante. Si en Insensatez el archivo documentaba los testimonios de los sobrevivientes de la guerra civil guatemalteca, Moronga propone un mundo que funciona bajo la sospecha paranoica de que todo está siendo archivado: en computadoras, en celulares, en cámaras de seguridad, en miles de dispositivos cuya existencia ignoramos. En nuestra sociedad no hay un afuera del archivo, tal y como para nuestro continente no es posible escapar del pasado. Todo pasado regresa, convertido en una siniestra copia de sí mismo.
Novela sobre la posibilidad de la traición, sobre el sentido secreto que se esconde detrás de la historia visible, Moronga gira en torno a un juego de espejos: tras las figuras paralelas de José Zeledón y Erasmo Aragón, los dos protagonistas de la novela, el presente del narcotráfico centroamericano se ve reflejado en el pasado de las guerras civiles. El logro de Castellanos Moya recae en trazar con astucia esa línea de continuidad en la historia de la violencia, una historia que en este caso se atreve a traspasar fronteras y termina por adentrarse en territorio estadounidense. Desde allí, en clave policial, Moronga persigue las sombras de lo que se esconde detrás del tedio cotidiano del supuesto Primer Mundo. En esa dinámica espectral entre el norte y el sur, esa dinámica entre Estados Unidos y Centroamérica que dio nacimiento al fenómeno de las maras, la novela crece con la fuerza con que crece el miedo ante el acecho del enemigo encubierto. Y los lectores terminamos agradecidos con Castellanos Moya por habernos propuesto nuevamente un espejo siniestro en el cual reconocernos en nuestros costados más temibles. Es decir, en nuestro perfil más humano.
Horacio Castellanos Moya, Moronga, Literatura Random House, 2018, 336 págs.
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