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Greil Marcus subtituló su influyente ensayo sobre los orígenes del punk Rastros de carmín como Una historia secreta del siglo XX, y quizá haya sido esa la principal inspiración de Jordi Costa para acotar esta imprescindible y necesaria aproximación al incorformismo español como Una historia subterránea de España. A rebufo de los movimientos contraculturales norteamericano, londinense o parisino, surgieron en otros países tendencias epigonales que lograron alcanzar una personalidad distintiva (ya hablemos del tropicalismo brasileño o del underground en Praga), aun a pesar de las condiciones ambientales, pues se trataba de naciones inmersas en dictaduras y donde la reivindicación cultural podía ser indistinguible del deseo de apertura política: rastrear esas influencias determinantes para entender tanto el desarrollo de sus sistemas simbólicos como el de sus disidencias era una asignatura pendiente en el caso español (donde el tema había sido tratado en el terreno autobiográfico, pero no de manera global) y Costa ha firmado, con su monumental trabajo, una brillante tentativa de abordaje que evidencia la amplitud y la complejidad de un asunto fascinante.
El libro contiene una mixtura de ensayo, crítica e historiografía que el autor sabe combinar con mano maestra para moverse en un amplio espectro en el que conviven ecos de lo hippie, lo camp, lo maldito, lo marginal, lo psicodélico, lo pop, lo freak o la vanguardia artística, ya que en los sacos de la contracultura y el underground se puede dar cabida casi a cualquier desviación de la norma. La erudición y el envidiable conocimiento acerca de los referentes americanos, del cómic o del cine de los que hace gala Costa permiten que pocos aspectos se escapen a sus interpretaciones y análisis, ya se trate de la genealogía de los creadores estudiados o de los intentos de averiguar si a cada uno de los propagadores de estos movimientos en España los movía el afán comercial o un verdadero espíritu transgresor. Ese acercamiento sin prejuicios es el que lo lleva a intuir hallazgos notables o a trazar conexiones insospechadas que son lo mejor del libro.
El autor quiere incluir historias que pueden parecer contradictorias con la principal tesis del ensayo, que asegura que lo que él denomina “el Gusto Socialdemócrata” se apropió de aquella rebeldía para desnaturalizarla, y así la Cultura de la Transición (un marco teórico en el que Costa ya ha hecho aportes) acabó con la lucha utópica desnaturalizando sus conflictos. Y si es cierto que el primer capítulo (donde agudamente se propone un nacimiento sevillano del fenómeno) se ajusta como un guante a esta hipótesis, en el desarrollo vamos tropezando con tantas tensiones, desviaciones y heterodoxias que, en el último tramo (que relaciona el despertar libertario con la cibercultura), bien podría asimilarse la singularidad autóctona con una progresiva evolución hacia la ideología californiana, el anarcocapitalismo y el pacto con el mercado. Sabemos que el núcleo duro de La Movida madrileña se agrupó en torno al diario conservador Abc; que muchas figuras de la intelectualidad conservadora nacional provienen de la contracultura y el sesentayochismo, y que la repetición de apellidos y de sagas en esta historia nos puede hacer sospechar una perpetuación de la herencia de la burguesía franquista con lenguaje y estética renovados. ¿Cómo conciliar estos hechos y otros muchos que Costa recoge con una teoría fuerte como la que propone? La respuesta la encontramos en que su método de trabajo es tan abierto, tentativo y proteico que acoge en su interior muchas de estas refutaciones posibles, y ni así estas notas al margen chirrían en una apabullante y original lección enciclopédica.
Jordi Costa, Cómo acabar con la contracultura. Historia subterránea de España (1970-2016), Taurus, 2018, 336 págs.
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