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Ai Weiwei, “artista, poeta, arquitecto, curador, experto en artesanías antiguas chinas, editor, urbanista, coleccionista, bloguero” –de acuerdo con la semblanza de Hans-Ulrich Obrist (curador de curadores, y de la curaduría)–, activista, escultor, prisionero político, artista de instalación, documentalista, entre muchas otras cosas; Ai Weiwei, eminentemente artista y contemporáneo, chino, globalmente celebrado y discutido, ubicuamente exhibido, participa de la 55ª edición de la Bienal de Venecia con tres instalaciones.
Dentro de los Giardini, se puede ver Bang, la instalación con que Ai Weiwei “representa” a Alemania en un pabellón que, en esta edición, ha intercambiado su sitio tradicional con el de Francia (en conmemoración del 50º aniversario del Tratado del Elíseo). Ubicada en el espacio central del pabellón, Bang destaca por mérito propio entre las obras de los cuatro artistas no alemanes convocados por la curadora Susanne Gaensheimer. El ensamblaje de seiscientos ochenta y ocho banquitos de madera de tres patas (objeto tradicional de la vivienda china) en una estructura compleja, anárquica y expansiva, convoca a la fotografía del curioso retiniano y seduce a la reflexión rizomático-dependiente del experto. Por forma y por materia, se inscribe en la intersección de dos ingentes tradiciones contemporáneas: la de aquellas obras que trabajan con el acopio de objetos cotidianos y la de aquellas que exploran la dimensión poética de la composición reticular.
“Straight” surgió, según palabras del propio artista en el video que acompaña la instalación, de la intención de “expresar un evento histórico desastroso de forma simple y directa”. El proyecto, previamente exhibido en una escala menor en el Museo Hirshhorn, en Washington, es parte de las diferentes iniciativas que Ai Wei Wei ha encarado en relación con el terremoto de Sichuan de 2008. En esa jornada trágica murieron gran cantidad de niños que se encontraban en escuelas que, por negligencia del Estado y de los constructores, no podían resistir este tipo de “siniestros”. “Straight” denuncia este hecho y el silencio con que el Estado chino ha intentado proteger a los responsables. La instalación reúne las ciento cincuenta toneladas de hierro que Ai Wei Wei pudo recuperar de las escuelas destruidas. Las barras de hierro herrumbroso, trabajosamente enderezadas a golpe de martillo por los asistentes del artista, se disponen sobre el suelo en tres volúmenes sinuosos y convergentes. Las formas ondulantes evocan el terremoto pero también entran en diálogo con las aguas de la laguna que es preciso atravesar para llegar al complejo Le Zitelle, en la isla de Giudecca, donde se encuentra el Zuecca Project Space.
El 3 de abril de 2011, mientras aguardaba para tomar un avión a Hong Kong, Ai Weiwei fue secuestrado por el gobierno chino, que lo mantuvo detenido e incomunicado en un lugar desconocido por los siguientes ochenta y un días (según la versión oficial, por presunta evasión impositiva). En “SACRED” (Supper, Accusers, Cleansing, Ritual, Entropy, Doubt [cena, acusadores, limpieza, ritual, entropía, duda]), ubicada en la iglesia barroca de San Antonin, el artista representa, en cajas de gran tamaño, los seis momentos clave de un día promedio durante su cautiverio. Las cajas metálicas, de apariencia inexpugnable, invitan al público a espiar el interior a través de pequeñas aberturas practicadas en la superficie. En el interior, dioramas a escala, sorprendentes por su detallismo, convocan un escrutinio minucioso donde la mirada del espectador parece empatizar con la de los captores.
“SACRED” y “Straight” son las dos etapas del proyecto Disposition, que forma parte de los “eventos colaterales” de la Bienal.
Ai Weiwei, Bang, curaduría de Susanne Gaensheimer; y Disposition, curaduría de Maurizio Bortolotti, Bienal de Venecia, mayo a septiembre de 2013.
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