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Desde hace tiempo, quizás como forma de sumergirse en la soledad, Daniel García, artista rosarino con una destacada trayectoria, corre. Corre fundamentalmente los domingos por la mañana, todavía de madrugada, por el barrio de Fisherton, un barrio de casas bajas y tranquilo de la periferia rosarina que cada vez es menos bajo y tranquilo como consecuencia de los desarrollos inmobiliarios. También corre maratones, como las del puente Rosario-Victoria o la organizada por la Universidad Nacional de Rosario. Luego de esos recorridos, realizados de forma sistemática a partir de julio de 2022, García escribe en Facebook un posteo como forma de reconstruir la trayectoria trazada y darla a conocer a sus seguidores. El canto de los pájaros, los gatos que se cruzan en su camino, los rottweilers de una de las casas del barrio, la historia de Fisherton, el tiempo del duelo, la soledad y el espacio creativo, dieron forma a más de un año de publicaciones en la red social que ahora, al cuidado de la editorial Beatriz Viterbo, se publican en forma de libro bajo el título de Corro.
Apenas al comienzo realiza un señalamiento que podríamos considerar metodológico: García no lleva dispositivos electrónicos cuando sale a correr, pero más aún, no utiliza auriculares ni se pone la capucha del abrigo. De este hecho, al parecer caprichoso y sin importancia, deriva una razón particular, lo hace para poder fundirse con el entorno, desaparecer en él. Sí lo hace cuando sale a caminar, también por el barrio, cuando pasea a su perra Magui, en caminatas que podemos seguir muchas veces a través de sus historias de Instagram, en donde los cielos, los colores de las distintas estaciones del año, la flora del lugar dan preponderancia al sentido de la vista. Si caminar conlleva una producción visual, un detenimiento en los detalles, correr significa privilegiar otros sentidos, como el auditivo y el tacto. Así, en la entrada del domingo 4 de septiembre de 2022 dice: “El canto de los pájaros, el ruido de mis zapatillas contra el piso, los perros que ladran, el viento frío en mi rostro, el peso de las llaves en mi bolsillo derecho, las gotas de agua que brillan sobre el césped, una pequeña molestia en el femoral izquierdo. Todo eso sólo se separa cuando lo estoy escribiendo. El correr es algo que lo funde todo en una misma experiencia, un proceso en el que ya no ‘observo’ el mundo, sino que en todo caso ‘escucho’ al mundo y a mí, casi distintos”.
Me gustaría pensar en un gesto de transformación radical que García realiza durante estos recorridos, en los cambios que él mismo expresa haber experimentado durante los últimos años de su vida. Quizá no sea entonces azaroso que este libro encuentre su momento de redacción hacia el final de la producción de la muestra Trance realizada en el Museo Castagnino de Rosario en 2022, hacia la realización de la serie Sirenas, seres mitológicos que García pinta en el aspecto que tenían en la Antigüedad, en forma de aves. Quizás de ahí también la presencia, corta pero efectiva, de la obra de Vinciane Despret, del pasaje de A la salud de los muertos (que no se menciona en el libro pero que vi alguna vez en su casa) y el Habitar como pájaro. Ahí se teje el plus de vida de García durante estos últimos años, el plus de vida otorgado a los muertos, hacia una relación afectiva con el entorno, entre los cuales los gatos, los perros y los pájaros marcan su impronta. Los animales son, a mi entender, la gran organización del libro, como menciona el domingo 5 de marzo de 2023: “Los domingos, como hoy, corro solo, pero no me siento así. Me siento en contacto con lo que me rodea: las plantas, las casas somnolientas, los animales con los que me cruzo, los pájaros que comienzan a cantar”. Esta relación se observa con claridad en el arte de tapa que el mismo García ha elegido para el libro, nuevamente pájaros, perros y gatos, el gato Nico y la perra Magui en las solapas del libro, su entramado animal afectivo. No es la imagen de una maratón, por el contrario, es la exhibición del entorno, del trayecto recorrido, la vida animal trazada por un cuerpo que parece querer ser más que humano. La transformación se hará patente el 4 de diciembre de 2022 cuando dice: “Creo que, si existe algo así como la reencarnación o la metempsicosis, en alguna vida anterior fui un felino. Siento una gran afinidad con los gatos y soy curioso como ellos, un poco salvaje y solitario, pero con una gran capacidad de adaptación a la buena vida si se presenta la oportunidad”. Siempre me pregunté si existía algo así como una ecología en la producción artística de García, quizá este libro sea una demostración de su existencia.
Daniel García, Corro, Beatriz Viterbo Editora, 2024, 164 págs.
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