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Frente al espíritu del nuevo gobierno al parecer tan comprometido con el descalabro, ir a la muestra de Jeremy Deller en Fundación Proa hace bien. Porque sin saber nada de genealogías locales, el inglés logra un puente certero con el entorno. ¿Alguien recuerda cuando Gabriel Orozco colocó naranjas en los departamentos contiguos al MoMA? Era una manera de señalar que la cosa seguía (sigue siempre) afuera. Esta vez el Museo Benito Quinquela Martín, que tantas veces pasa desapercibido por su impronta popular, logra un guiño porque Deller, aunque hable en inglés, se engolosina con ese magma de cultura que se regenera de maneras impensadas. Y lo demuestra con su maravilloso seguimiento de ese ídolo freak de su adolescencia, el luchador Adrian Street, que tiene una astucia performativa envidiable. El video So Many Ways to Hurt You (2010) narra su origen como hijo de un humilde minero, y cómo Adrian Street se decide a ir más allá del hollín del destino comprendiendo que con ejercicio puede dar pelea, aunque sí suma… un poco de purpurina (imaginen un Ancho Peucelle queer). La ecuación es inmejorable: glamour más escándalo generarán, claro, muchas más razones para ganar la pelea.
En la entrada de la exposición, al inicio del recorrido, hay una obra de pequeño porte cuyo título es Attention ALL DJS. Se trata de un readymade en tanto trozo de realidad que ha sido extraído de su contexto. Deller rescata el cartel con el cual los responsables de una discoteca (es decir, los dueños que quieren cerrar el boliche e irse a dormir) les sugieren a los djs que "colaboren" evitando ofrecer a los danzarines una música muy alta en revoluciones en los ratos previos al cierre y exigiéndoles más bien que respeten ciertos estilos musicales relajados, como el balearic beat, ritmo inspirado en el trance mañanero de Ibiza que tiene movimientos de cuna y hace pensar en el desayuno.
Tal vez, la obra más importante de la exposición sea The Battle of Orgreave (2001), sobre la disputa que marcó, como contrapunto de la Guerra de Malvinas, el frente interno más duro de los ochenta en Inglaterra, cuando el sindicato de mineros se decidió a pararles la moto a los atropellos laborales del gobierno de Margaret Thatcher. En la reconstrucción de ese mítico enfrentamiento que tuvo lugar en el año 1984, van apareciendo los testimonios tanto de mineros como de oficiales que narran el miedo que infunde el Estado cuando despliega su arsenal represivo a través de centenares de policías, medios que desinforman con prolijidad y el ansia del ejecutivo por imponer su poder. Se mezclan así imágenes de un reenactment del choque entre mineros y policías con una versión orquestada, bastante lisérgica, de El hombre que vendió el mundo de Bowie, y un inquietante ruido blanco que proviene de ministerios porteños y calles céntricas.
Jeremy Deller, El ideal infinitamente variable de lo popular, curaduría de Amanda de la Garza, Cuauhtémoc Medina y Ferran Barenblit, Fundación Proa, Buenos Aires, diciembre de 2015 – marzo de 2016.
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