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No fue especialmente atrevido ni interesante el Gallery Weekend de Madrid celebrado el pasado 14 de septiembre. La cita, que marcaba el arranque de una nueva temporada, fue utilizada por las galerías, salvo alguna excepción, para mostrar un tipo de trabajo del agrado de potenciales compradores, entre la pintura y el mueble, todo muy amable, decorativo y cero arriesgado. Nada que ver con la propuesta de Pablo Accinelli en The Goma: un oasis de belleza extraña y desplazamientos semánticos en medio del previsible itinerario por la zona noble de Alonso Martínez y Barquillo, y la llegada, al caer la noche, a la calle de los saludos, besos y abrazos, Doctor Fourquet.
De vuelta sobre los mecanismos de visión y los métodos paracientíficos, precarios y subjetivos que usamos para medir nuestro entorno, Lontano —“lejos” en italiano— tiene algo de enigmático. Puede que incluso tenga algo de hermético, según un sector de la crítica que no termina de sintonizar con un tipo de trabajo abierto, donde el espectador no es llevado de la mano. Aunque mejor sería pensarlo en términos de posibilidad o, ¿por qué no?, desde una concepción de lo teatral que, en lugar del diálogo, enfatiza la construcción de escenarios y las puestas en escena de inspiración prop. Así, no estaríamos frente a una sesuda propuesta posconceptual, sino delante de una escena del crimen sin cadáver. Una escenografía sin acción ni figuras humanas vehiculizada por la misma elocuencia de los objetos, por su capacidad para relatar en silencio. Aunque en lugar de armas, pruebas circunstanciales y humo de tabaco, encontramos aquí herramientas y formas relacionadas vagamente con el mundo rural.
¿Qué sucede cuando parece que no sucede nada? Como en otras ocasiones, títulos descriptivos, casi literales, para una muestra con impronta de performance invisible, de coreografía despojada de sujetos y movimientos, que reúne candados engarzados en los márgenes a una superficie blanca de papel fotográfico; listones con cuentas de metal dispuestos como un ábaco o, quizás, como una calculadora para medir distancias; un rastrillo enredado en un rollo de cartón, un plato de madera segmentado en tres tramos; un fardo de heno bien sujeto por un cierre de bolas de madera; una peana blanca tramada con un juego de agujeros y surtidores o, también, un juego de azulejos iguales pero distintos que, a modo de cenefa, jalonan la pared blanca de la galería con detalles geométricos en azul. Me viene a la cabeza la posibilidad de un humanismo sin humanos. O mejor, la nostalgia de la escultura que quiere ser dibujo, del objeto que fue buscado y no encontrado, del ready-made que en verdad no es ready-made. En definitiva, un acervo de objetos que, agrupados e instalados por medio de estrategias que operan entre soportes y lógicas mediales, vemos fuera de su contexto, como por primera vez, con una mirada limpia que descubre una singularidad y una potencia con frecuencia negadas por los ritmos cotidianos. Objetos personificados, autónomos y a la vez atados entre sí, que una vez liberados de su función original son traídos sin apenas manipulación a un espacio especulativo, extraño y al mismo tiempo familiar, donde las latencias pulsan sobre la memoria de nuestro cuerpo y alimentan nuestras fantasías.
Pervirtiendo la herencia del minimalismo que tan bien conoce, Pablo Accinelli apunta en este proyecto hacia una poética de lo exterior; esto es, hacia la elipsis y el fuera de campo como formas de resistencia lingüística que atentan contra la circularidad del arte en tanto que práctica tautológica. Cuando imaginar es también percibir. Así, la operación de repetir que protagoniza muchos de los procesos mentales que el artista propone, además de una forma de sumar iguales, hace visible un cúmulo de diferencias que desestabilizan el espacio cerrado de una muestra donde, si bien lo que hay es lo que ves, nada es lo que parece. Como pone en evidencia la mano al aire que, apuntando al horizonte, dirige y confunde al caminante que se interesa por una dirección, mirar entraña un acto de fe, un ejercicio límite entre la certeza y la ficción.
Pablo Accinelli, Lontano, The Goma, Madrid, 14 de septiembre – 4 de noviembre de 2017.
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