Otra Parte es un buscador de sorpresas de la cultura
más fiable que Google, Instagram, Youtube, Twitter o Spotify.
Lleva veinte años haciendo crítica, no quiere venderte nada y es gratis.
Apoyanos.
En toda la obra del artista español Marcelo Expósito (Puertollano, 1966) se entrelazan el arte y el activismo, y un constante interés por construir, de manera complementaria y simultánea, imágenes políticas que permitan postular a su vez una política de las imágenes, y una recepción movilizadora de aquello que dan a ver y a pensar.
Tal es el propósito que anima Monumentos de historia y entropía parcialmente enterrados, su extensa muestra en la sala PAyS del Parque de la Memoria, con curaduría de Cuauhtémoc Medina y Virgina Roy, que funciona como una suerte de retrospectiva de proyectos recientes del artista, a la vez que incluye una serie de obras concebidas especialmente para esta exhibición que, como señala acertadamente el texto curatorial, pretende ser, antes que una exposición, “una indagación que se plantea en un tiempo que se sabe a la vez ya tarde y aún demasiado temprano: una aurora vespertina”. Es a partir de esa suspensión crepuscular en un instante provisorio y acuciado por determinar los alcances y las tareas del presente desde donde la obra de Expósito formula sus preguntas, desplegando una constelación de imágenes, textos y sonidos que remiten los unos a los otros en una tensión activa que sostiene su coherencia interna en la diversidad, atacando desde diferentes ángulos una misma idea: cómo actualizar la potencia política de los gestos y las acciones del pasado mediante condensaciones que repongan su condición de arma arrojadiza hacia el futuro.
Expósito produce su obra valiéndose de un amplio repertorio de procedimientos: la yuxtaposición, la recomposición y la cita, la reposición de contextos, la extrapolación y el uso libre de dispositivos conceptuales, textos e imaginarios canónicos de las vanguardias artísticas y el pensamiento de izquierda, pero también de ese atlas a la mano que es la historia del arte occidental, nunca ajeno a su contexto sociohistórico. Lo hace ejecutando el programa delineado en un breve texto de 1932 de Walter Benjamin, que equipara el trabajo del recuerdo, como recuperación necesaria del pasado, al acto de excavar la tierra para obtener “imágenes que separadas de su anterior contexto son joyas en los sobrios aposentos de nuestro conocimiento posterior”. Una tierra dispuesta en capas que pueden y deben ser atravesadas y removidas, tanto siguiendo un plan como cavando a tientas y sin garantías de hallazgos, empleando, como señala el artista en un texto de sala, “la pala del pensar”, con la sugerencia de “observar cómo se abigarran la variedad de escrituras que se infiltran a través del barro que removemos, arrastrando los pies en el tiempo presente”.
Así, una videoinstalación en dos canales que contrapone la trayectoria iconográfica de Santiago Matamoros/Mataindios como representación de la España católica y colonial con el trabajo de arqueología forense para identificar a víctimas del franquismo y los movimientos sociales argentinos surgidos en 2001; serigrafías y fotomontajes en las que confluyen imágenes del artista argentino-español Luis Seoane y de Pablo Picasso y fotos históricas del dictador Franco con textos de Sor Juana Inés de la Cruz, Guy Debord, Freud y Max Aub, entre otros; páginas de Ernst Bloch —cuya Filosofía del futuro incluye referencias clave de esta muestra como la idea de lo no-contemporáneo y lo ultracontemporáneo— enterradas y exhumadas en el predio del Parque de la Memoria; un herbario —inspirado en Rosa Luxemburgo— de plantas recogidas en centros clandestinos de detención argentinos, réplicas de fósiles de un museo paleontológico à la Marcel Broodthaers, son sólo algunas de las manifestaciones de esa voluntad de Expósito de excavar en el inventario cultural e histórico para extraer elementos que reorganiza o transpone a su propio discurso, y que funcionan como índices de una intención general: establecer un diálogo con una tradición política de corte socialista y revolucionario, sin renunciar sin embargo a la forma, buscando constituirse como una estética política generadora de imágenes dialécticas que, como quería Benjamin, puedan producir una “cesura en el movimiento del pensar” y hagan saltar por los aires la continuidad naturalizada del presente.
Otra importante faceta de la obra de Expósito es la experimentación sonora, una práctica que mantiene desde los años ochenta y que está presente en el corazón de la exhibición, a partir de un muro de tierra que funciona como plano desde el que se emiten en loop una serie de piezas recientes del artista. Siguiendo al compositor italiano Luigi Nono, quien concebía el acto musical como un gesto consciente, históricamente situado, comprometido con su tiempo pero atento a la materialidad del sonido tanto como al desarrollo de la forma y al espacio en el que tiene lugar, las piezas sonoras de Expósito recurren al procesamiento y recombinación de materiales preexistentes —sonidos y textos—, con un propósito semiótico específico: actualizar polifónicamente esos signos cargados y su capacidad de apelación al espectador. También aquí, en la disposición y reelaboración de las capas de sentido y de las referencias culturales y musicales en nuevas formaciones, multiplicadas hasta un grado casi alucinatorio por su precisión, erudición y entrelazamiento, Expósito demuestra la agudeza de su proyecto arqueológico. Recuperar esas intrincadas relaciones establecidas por el artista es prácticamente imposible sin la ayuda de un texto que revele los recorridos realizados. Pero ese texto suministrado no debe verse como exterior a la obra y meramente explicativo, sino como parte constitutiva de ella: un barroco conceptual que pone su proliferación al servicio de un compromiso.
Marcelo Expósito, Monumentos de historia y entropía parcialmente enterrados, curaduría de Cuauhtémoc Medina y Virgina Roy, Sala PAyS, Parque de la Memoria, Buenos Aires, 3 de agosto – 27 de octubre de 2024.
Alguna vez reducido a sus elementos primarios, el arte revivió en su apertura conceptual a la palabra, la acción y la instalación sin perder el abismo ganado....
Un salón frío y gris se transformó momentáneamente en un falso laboratorio donde se lleva a cabo una ficción, de esas que son verdaderas. En la Facultad...
Escribo estas líneas desde una posición de privilegio. Casi treinta años de vida compartida me han otorgado la posibilidad de ver con anterioridad las fotografías de Cecilia...
Send this to friend