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Primera persona

Micaela Piñero

ARTE

Me cuesta escribir directamente, sin entrar en explicaciones, argumentos, sin desviarme del objeto central por largas digresiones que no conducen a nada; también me cuesta acomodarme a un género específico; si me propongo una crónica me sale un ensayo, si me propongo una reseña me sale un cuento, si me propongo una novela me sale espuma. Es raro, y un poco frustrante, pero es la verdad. Por eso, en pos de engañar a mi incapacidad psicológica de adaptación al género, voy a suspender cualquier tipo de plan, salvo hablar de lo que quiero hablar. Y lo intentaré ahora, domingo 23 de octubre, 8.03 de la mañana, después de haber dormido bastante menos de lo imprescindible.

Ayer a la tarde Francisco Garamona y Micaela Piñero dieron un recital en Constitución. Piñero es artista de la galería, vive en Barcelona y está exponiendo actualmente Primera persona, una serie instalativa de dibujos, esculturas, poemas y un video. El rasgo distintivo de la propuesta es color azul, el azul de la tristeza, como en Little Girl Blue, pero también el azul del cielo o el del Mar Mediterráneo.

Me encantaría extenderme sobre la muestra, sobre la ambigüedad del título (la alusión a Bergman, a la Biblia, a Eva) y la tensa relación material. Podría, claro, referirme a Constitución, galería situada en La Boca profunda, en una casona antigua, con vestigios de una religiosidad perdida, y a la precisa elección de su staff artístico. Se nota, digámoslo así, el concepto, la curaduría, el cuidado. Pero debo ceñirme al tema.

Piñero además de artista visual es poeta y tiene un libro publicado por Mansalva, Universidad de la violencia (2018). Ella, justamente, empezó leyendo algunos poemas de su libro. Poemas simples, que casi sin proponérselo impactan en el blanco de un malestar indefinido. Leyó dos y después le cedió la palabra a Garamona. “Ceder la palabra”, hermosa expresión. Garamona, entre editor y poeta, es cantante y compositor. Yo nunca lo había escuchado en vivo, y me deslumbró. Deslumbramiento significa ser alumbrado por otro, significa que alguien alumbra en uno lo que uno no sabe que lleva adentro, una suave nostalgia, una nostalgia compartida, por el origen, por los deseos cumplidos, por las mil y una historias jamás comenzadas. Eso alumbra Francisco Garamona con sus canciones, o por lo menos fue lo que alumbró en mí. Micaela Piñero lo acompañaba con unos coros de lengua muy dulce, la dulzura violenta de la lengua madre. Así fueron transcurriendo los minutos, con Primera persona como marco, ambos sentados delante de un poema escrito en la pared, y justo en el espacio abierto entre sus cuerpos se leía la palabra azul llamada deseo.

Antes de terminar, Piñero presentó dos poemas inéditos, que en realidad eran tres. Retengo ansiosamente el último, sobre el ritmo, tu ritmo, una vorágine sincopada de versos feroces y amorosos. Al final, Garamona cantó los dos temas preferidos de su compañera. A mí, me quedó grabado “Trenzas”, una canción bellísima, que me transportó a la década del setenta y a cantantes melódicos del estilo de Lucio Battisti. “Trenzas” trata de un abandono imposible y del mundo que viene tras la ruptura. Es un viaje en el tiempo: “Fui fiel a esa sombra que seré”, dice la letra, espero no haber anotado mal.

Por momentos, tengo la impresión de que Garamona domina su objeto, la melodía, el ritmo, la letra, su voz; en otros, parece sometido al embrujo de su propia intuición, él sabe y no sabe lo que hace, y esa descoincidencia sólo puede resultar misteriosa.

El recital fue terminando, aunque varios, Piñera y Garamona incluidos, nos quedamos hasta tarde. En este punto el flujo se detiene, y al detenerse advierto que el texto es, de mínima, una crónica musical, y de máxima, una reseña sobre Primera persona. Porque un recital es un recital, pero un recital dentro de una muestra es parte de la muestra, es un objeto más, otra pieza de la instalación, una pieza en todo caso efímera (bien diferente de los fulgurantes y macizos zapatos de bronce ubicados en el centro de la sala), pero pieza al fin, como pieza musical es “Trenzas”, ese tejido de lazos empeñado en nombrar algo sin nombre.

Micaela Piñero, Primera persona, Constitución, Buenos Aires, 1 de octubre – 13 de noviembre de 2022.

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