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Seduction of a Cyborg

ARTE

¿Cuál es la diferencia entre el liberalismo y el neoliberalismo? La ilusión. Durante más de dos siglos la humanidad se sostuvo sobre la ilusión del progreso hacia un futuro mejor. La igualdad abstracta creaba el marco perfecto para terminar con privilegios milenarios. Pero la ilusión se sostenía sobre el olvido y pronto llegaron la guerra, la muerte y el hedor. Los cuerpos reaparecían y gritaban “¡no somos figuras del derecho!, ¡tenemos hambre!, ¡deseamos!”. El Hombre no alcanzaba.

Lo cíborg nació como proyecto para recuperar aquel anhelo de perfección. Si los cuerpos se develaban ahora defectuosos, había que intervenirlos para adaptarse a un entorno que no existía como sostén ortopédico del humano. La ortopedia debía, ergo, actuar en el sentido inverso. Pero para ello, como señala Nicanor Aráoz, hay que atravesar la carne y romperla hasta que el dolor nos recuerde que existimos.

Un cargado coloquio, que parece replicar la voluntad frankensteiniana del patchwork, rodea a lxs visitantes de latas, piezas antropomórficas y esqueletos metálicos que se disputan la atención con un destacado video de Elena Dahn (y Jonathan Perel), en una muestra curada por Florencia Cherñajovsky que quiere problematizar el cuerpo en una de sus modulaciones más sádicas, desoladas y vigentes.

El término “cyborg” fue creado en 1960 por Manfred Clynes y Nathan Kline en un texto científico que prometía liberar a través de la imposición maquinal sobre la carne viva. Los autores explicaban el concepto con un simpático ejemplo: “Si un pez deseara vivir sobre la tierra, no podría hacerlo fácilmente. Sin embargo, si pudiésemos encontrar un pez particularmente inteligente e ingenioso, que hubiera estudiado una buena cantidad de bioquímica y fisiología, que tuviese un gran dominio de ingeniería y cibernética y también excelentes instalaciones y laboratorios disponibles para él, este pez podría razonablemente tener la capacidad de diseñar un instrumento que le permitiría vivir en la tierra y respirar aire con bastante facilidad”.

Casi al mismo tiempo, Kiki Kogelnik realizaba algunas de las reflexiones gráficas que forman parte de la exposición y que parecen increparnos (a nosotrxs, tanto como a Clynes y a Kline) sobre la fragilidad de la vida y la complejidad de la relación con lo maquinal.

En uno de los espacios más convocantes de la actualidad porteña se disponen obras de diversas latitudes y temporalidades alrededor de esa ilusión perdida que lo cíborg delata. La galería huele a William Gibson, y se trasluce una particular combinación entre la vitalidad perdida por el consumo y la claustrofobia frente a los límites del físico. En el video que da nombre a la muestra, Lynn Hershman Leeson presenta a una mujer ciega que se somete a un tratamiento quirúrgico para poder percibir imágenes en una interfaz on-line. El aparente éxito de la operación se torna contradictorio cuando la mujer se vuelve dependiente del torrente de bits. El acceso al universo de lo visual y la megamediatización de la relación con el mundo terminan ocasionando que la libertad que le dieran sus nuevas capacidades técnicas se convierta en una nueva cárcel, lo que pone en cuestión varias máximas del sentido común contemporáneo y, más en general, algunos de los postulados centrales de la Modernidad. Fernanda Laguna lo confirma: ahora los que desean son los animales y las computadoras. Mientras tanto las personas nos perdemos, seducidas por el goce y la inmediatez afectiva del like, en un consumo que pone en peligro toda posibilidad de emancipación.

 

Seduction of a Cyborg, curaduría de Florencia Cherñajovsky, Barro Arte Contemporáneo, Buenos Aires, 13 de agosto – 1 de octubre de 2016.

 

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