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Última arquitectura

Florencia Levy

ARTE

¿Qué es “estar lejos” en el contexto de la desterritorialización neoliberal? A través de un viaje por tierras raras y tiempos profundos, Última arquitectura de Florencia Levy propone una exploración del presente con un gesto que solía tenerse hacia el pasado, ya que, con las instalaciones Lugar fósil y Millones de años para estas formas, proyecta una especie de arqueología del presente. Precisamente, una de las primeras sensaciones que despiertan las series de objetos (que reúnen memoria, ficción y la puesta en uso de restos sedimentarios milenarios) es la de estar tocando la historia. Desde el momento en que se entra en la sala se establece una conexión entre la genealogía geológica del planeta y las narrativas visuales contemporáneas que exploran la unión de los materiales y el tiempo, pero también las relaciones entre el Norte y el Sur global que marcan el siglo XXI.

Dicen que, si pudiéramos captar al tiempo como cuarta dimensión, con lo que eso realmente implica, podríamos ver todo el ciclo vital de cada ente con el que nos vinculásemos. Así como podemos ver el frente y el dorso de un papel o adentro y afuera de una taza, la visión de cuarta dimensión supondría la capacidad de armar una imagen completa en el tiempo de las cosas (desde su generación hasta su descomposición total). Levy se aproxima a esa cualidad. Los estratos visuales de la exhibición desdibujan la línea entre el pasado y el presente. Y desde ahí se acopla la obsolescencia con lo fósil y la disposición post-arquitectónica de las ciudades de escombros, se hace converger los tiempos geológicos profundos con la urgencia del presente y se captura la lucha entre el crecimiento desenfrenado y la tumorización de la existencia humana.

En esta exhibición, piezas que van desde pinturas y esculturas hasta instalaciones multimedia revelan con asombrosa profundidad los avatares del tiempo geológico y dan vida a un engendro de materiales que permite pensar en la manera en que los restos del pasado se entrelazan con nuestra comprensión del mundo. O, al menos, nos dejan adivinar cómo son llevados a las vidas de todos los seres humanos del planeta.

La fragilidad de nuestro espacio-tiempo fusiona la antigua historia de la Tierra con las velocidades contemporáneas del uso desenfrenado de recursos no renovables. “Todos tenemos un pedazo de China en el bolsillo”, comienza diciendo el texto de sala de Michel Nieva, parafraseando otro, de Benjamin Bratton, que anuncia algo similar sobre los pedazos de África que también guardamos en nuestros bolsillos en los raros instantes en que no estamos usando nuestros teléfonos celulares. Pero ¿qué son “China”, “África” (o “Argentina”) si las consideramos desde el punto de vista de los átomos que las forman en movimiento hace millones y millones de años, como en la Odisea de Aldo Leopold?

Desde la década de 1970 vivimos una transformación radical del capitalismo, que pasó a su etapa de explotación global y exhaustiva de todos los recursos del planeta, a punto tal de poner en riesgo claro la propia posibilidad de continuar viviendo. En esa misma década, el capitalismo post dictatorial se desplegó en Occidente con niveles muy variados de organización e institucionalización en cada territorio. Desde entonces, las leyes y los derechos son posibilidades que pueden ser llevadas al acto en muy distintos grados, incluso dentro de un mismo Estado. Florencia Levy fue acusada de espía, echada y vigilada por penetrar tierras rarísimas en búsqueda de una imagen de la extracción de minerales muy particulares que se usan en todos los dispositivos móviles y que salen, en su abrumadora mayoría, de un solo punto del globo.

Esta muestra no sólo se sumerge en los pasados remotos, sino que también se extiende hacia los desafíos y las realidades de la actualidad y sus restos en el futuro. Pero más allá de poner en acto esa intersección de materiales, temporalidades y entornos geopolíticos, Levy también nos permite una relación plástica con las piezas exhibidas. A contrapelo de muchas de las expresiones más contemporáneas, que se apuran en explicitar sus posiciones (en muchos casos, tan trilladas como contradictorias), esta exhibición habilita también una exploración sensorial y —me tomo el atrevimiento de usar el término— estética, invitando a resignificar nuestras prácticas, tan atravesadas por el capital financiero. La instalación de Levy nos permite ver que, más que desmaterialización, asistimos a una merma en la capacidad de hacernos una imagen de cómo llegan a la existencia nuestros objetos más cotidianos y, sobre todo, de cómo hacer para que este planeta no se convierta irrefrenablemente en un desierto inhabitable, y la vida en un resto fósil que nadie pueda nunca desenterrar.

Florencia Levy, Última arquitectura, Arthaus, Buenos Aires, 11 de abril – 30 de julio de 2023.

24 Ago, 2023
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