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“Este hombre paró el Mundial”. Con ese título de 1994, El Gráfico introducía a sus lectores el caso que en Estados Unidos ocupaba mucho más espacio que el Mundial de Fútbol (algo no muy difícil, en verdad). Otras formas de seguir desde aquí el subsiguiente juicio y absolución de O.J. Simpson, suerte de Maradona del fútbol americano acusado de asesinar brutalmente a su ex mujer y a un amigo de ella, fueron los programas de cable Hard Copy, Entertainment Tonight y —con delay de varios años— Saturday Night Live y sus sátiras.
Estos segmentos nos presentaron al juez Lance Ito, el dream team de abogados defensores y la fiscal Marcia Clark. Respondieron a un momento pivotal en la cultura moderna, cuando el infotainment, el mix entre información y entretenimiento, comenzó a formar el monstruo que —Internet mediante— es hoy. Un compendio y complemento de esos ocho meses son los diez episodios que forman la primera temporada de la antología American Crime Story.
El mérito de The People v. O.J. Simpson no es únicamente contar una historia de la que ya se conoce el final —lo mismo pasa en cualquier biopic—, sino recrear algo sobre lo que existe profuso registro. La serie continuamente alude a la mediatización del caso: no sólo se replica el punto de vista de las cámaras instaladas en la sala de audiencias, sino también la cobertura en programas televisivos, como el del perenne Larry King (haciendo de sí mismo) o el making of de una tapa de Time y su recepción al publicarse.
A diferencia de lo que el año pasado sucedió aquí con Historia de un clan, The People v. O.J. Simpson recuerda que se puede ser fiel a la historia —ficcionalizando el detrás de escena y con las inevitables licencias por condensación temporal o efecto dramático— sin por eso sacrificar el poderío del relato. En rigor, costaba esperar algo así de una obra como esta, uno de cuyos principales responsables es Ryan Murphy, cocreador de American Horror Story, una serie que a veces se excede en los giros de sus plots, pero esto se balancea con los guiones de Larry Karaszewski y Scott Alexander, autores de las biopics sobre Ed Wood, Larry Flynt y Andy Kaufman.
Murphy, empero, aportó uno de los puntos fuertes al haber convocado a su actriz de cabecera, la inmensa Sarah Paulson. Su Marcia Clark, como el resto de los protagonistas, es multidimensional y libra batallas tanto en el terreno público y profesional como en el privado y familiar. Especialmente jugoso es el contrapunto dentro de la comunidad negra encarnado por el mediático abogado defensor Johnny Cochran y el inexperto asistente de fiscal Chris Darden (Courtney B. Vance y Sterling K. Brown, ambos excelentes). Incluso un actor del que no se espera mucho como David Schwimmer transmite el viraje de la confianza total a la decepción del mejor amigo de Simpson, Robert Kardashian. Algún chiste sobre el futuro mediático de sus hijas es uno de los pocos guiños de una serie que pinta a la perfección una época sin caer en la autoconciencia.
El único algo fuera de lugar es John Travolta, uno de los productores: su caricaturesco Robert Shapiro parece sacado de Saturday Night Live (donde Shapiro era interpretado por Michael McKean, hoy en Better Call Saul). Y aunque Cuba Gooding Jr. parecía demasiado bonachón para personificar a Simpson, termina mostrando la vacuidad del negro más blanco: alguien que vivía completamente ajeno a cualquier reivindicación de raza pero que, irónicamente, gracias a un “jurado de pares” que compró el argumento de “persecución racial” pese a que la evidencia era abrumadora, salvó el pellejo por su color de piel.
American Crime Story. The People v. O.J. Simpson, FX, 10 episodios, 2015.
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