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Walter White no pega una. Como si el menosprecio generalizado de sus alumnos adolescentes de química, la discapacidad motriz de su único hijo, la renuncia pretérita a un proyecto empresarial que hoy cotiza en miles de millones de dólares, la humillación de insuflarle dinero a la alicaída economía familiar empleándose en un lavadero de autos y el incipiente embarazo de su mujer no fueran suficientes, al tipo le diagnostican un cáncer fulminante. ¿Qué hacer, entonces, ante la certidumbre de la pobreza futura de los suyos? Fácil: poner su sabiduría al servicio de un negocio tan redondo como ilegal: cocinar metanfetamina.
Ideada en los albores de la crisis económica que desde hace un lustro sopapea a Estados Unidos, Breaking Bad narrará el periplo físico y emocional de White, y con él, por qué no, el de la clase media norteamericana toda. Al fin y al cabo, se trata de un hombre obcecado y otrora apegado a la corrección puritana, ahora dispuesto a embarrarse en los márgenes del mismo sistema que lo marginó y es incapaz de contenerlo. Quizás por eso la localidad de Albuquerque es menos desértica que distópica: es el fin del American way of life, la caída del castillo de naipes erigido durante décadas por el libre albedrío económico.
Claro que el productor y guionista Vince Gilligan –como en el cine norteamericano clásico, las series son menos de los directores que de sus productores– omite cualquier atisbo temporal y político que amenice la deglución adictiva de la serie. Al contrario, el ex colaborador de The X-Files monta un dispositivo de relojería envidiable, que inicialmente podría pensarse como un thriller mecanizado en el éxito o no de ese hombre ordinario embutido en un contexto para él extraordinario y desconocido como es el narcotráfico y su argot pletórico de códigos ajenos, pero que no duda en abrazar el melodrama sobre el resquebrajamiento de las bases familiares que el flamante oficio y la enfermedad generan y, a medida que avanzan las temporadas y Walter se encuentre peligrosamente cómodo en su oficio, en un policial más puro y duro.
¿Suena complejo? Lo es, pero el gran mérito de Gilligan es su extraordinaria capacidad para mantener una coherencia interna a fuerza del control absoluto de las circunstancias. En ese sentido, él supo hace un par de años que la quinta temporada, cuya segunda mitad se verá en Estados Unidos desde mediados de agosto, sería la última, y eso le permitió un ajuste fino de las distintas líneas narrativas. Una decisión más que sabia: sería una lástima que todo concluyera como ese “Viva la Pepa” que terminó siendo Lost.
Breaking Bad, guión y producción de Vince Gilligan, High Bridge Entertainment / Gran Via Productions / Sony Pictures Television / AMC, 2008 – .
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