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Las remakes se hacen con admiración y también con arrogancia. Como calcos o sobreimpresiones pueden transformarse, a veces, en una versión mejorada del original. Algunos casos conllevan una variación que revela una muestra contracultural (versiones americanizadas de series inglesas como The Office, Shameless o House of Cards, por mencionar sólo algunas); otros, una intención constante de imitar el trazo del primero, como si fuera la demostración de cierta capacidad para reproducir una habilidad ajena, como cuando un imitador descubre una huella en el original para retenerla en su copia.
Camping es la remake apurada de una miniserie inglesa estrenada en 2016 que no acumuló más de seis episodios en una temporada. La versión estadounidense, a cargo de Lena Dunham y Jenni Konner —dupla que viene trabajando en conjunto desde Girls—, añade a la serie dos episodios y registra la exposición del fracaso vincular en la amistad y el matrimonio: cuatro parejas, una adolescente y un niño se van unos días de camping —escenario ideal para que ocho adultos que rondan los cuarenta años se sientan insatisfechos— a festejar el cumpleaños de Walt, marido de Kathryn, la autora y organizadora —hasta el hartazgo— del viaje de amigos.
En Fragmentos de un discurso amoroso, Roland Barthes menciona que el amigo es el interlocutor perfecto y la amistad, el espacio de la sonoridad total. Lena Dunham suele expresar en sus proyectos un cuestionamiento de la amistad como si buscara, en una prueba de imprenta, el tono justo dentro de un sistema de control de colores o, mejor aún, como si estuviera elaborando una teoría sobre los comportamientos de los amigos con los amigos. Pone el foco en la amistad como materia conocida, pero también matizada. Para Dunham, la figura del amigo se exhibe como el interlocutor perfecto que lleva al conflicto, al ruido vivaz y efervescente, a aquello que tensiona y suena, al juicio como componente ineludible de la amistad.
Camping es, entonces, una serie de personajes marioneta: troquelados —encerrados en sus propios contornos— y listos para recortar, prefabricados y alejados de posibilidades de cambios radicales. Parece una serie hecha en los noventa, pero sin la seguridad (ni la persistencia) inconsciente de lo que pertenece a una época. Kathryn, una Jennifer Garner precisa e incómoda, es la protagonista insoportable, controladora, obsesiva y envidiosa —todos adjetivos que pegan en el mismo punto del tronco— acompañada por Jandice, su opuesto literal, representado por una Juliette Lewis que, al desplegarse, esparce en la serie un sentido del humor y una chispa lúdica que acomodan el show en una zona de comedia inocente con brillos de irreverencia. En los diálogos, algunos reconocibles por el paralelismo que sostienen con la vida personal (y pública) de Dunham, y en episodios excepcionales, aislados del resto y en los cuales la totalidad del proyecto respira y da lugar a la estructura narrativa de cada línea argumental, permitiendo que los personajes se muestren vibrantes en un esquema ligero —bien imaginado y concebido—, es donde se reconocen la intuición y el talento de Lena Dunham como contadora de historias. El resto es, como dijimos, una copia con acento americano.
Camping, creada por Lena Dunham y Jenni Konner, HBO, 2018, 8 episodios.
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