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Como bien señala Marcos Ordoñez en un notable artículo para la revista Co & Co (uno de esos elementos invalorables de la época pre-Internet), el New American Cinema es anterior a las “nuevas olas europeas” de los años sesenta, por lo que su influencia más evidente es el neorrealismo italiano y sus estrategias veristas. Jonas Mekas (poeta lituano que, salido de los campos de concentración nazis, llega a Nueva York con su hermano Adolfas para establecerse en el 515 Este de la calle 13) fue su máximo —y acaso único— teórico, pero su labor es diferente a la que habrán de emprender Godard, Truffaut y los otros jóvenes rabiosos franceses algunos años después de que Mekas funde la mítica revista Film Culture en 1954. Los diálogos, entrevistas, reseñas y manifiestos que recoge este Cuaderno de los sesenta están más cerca de ser un acople aproximativo a la vanguardia neoyorquina de aquellos años que una embestida crítica pensada para sacudir estructuras, objetivo, este último, que pareciera haber quedado en manos del contemporáneo y más revulsivo Andrew Sarris. La mayoría de los textos de Mekas provienen de la columna “Movie Journal”, que supo mantener en el Village Voice de Norman Mailer, y su carácter de “diario” viene definido por esa deriva a través de espacios no tradicionales de exhibición artística, plasmada con la convicción de estar asistiendo a un momento único de la historia del arte. Es aquí donde la notable escritura de Mekas (que es, ante todo, un magnífico escritor) le permite ponerse a salvo de la obnubilación del fanático que describe el acontecimiento del que participa y por encima del entusiasmo personal de quien descubre algo verdaderamente nuevo, en el sentido de que su escritura ha resistido el paso del tiempo mucho mejor que la mayoría de las obras que retrata. Al comienzo del libro, Mekas valora el empuje hacia adelante de la generación beat de Kerouac y Ginsberg y las infecciones semánticas con las que Burroughs comenzaba a minar las defensas del establishment literario y político, pero cuando intenta hacer lo mismo con, por ejemplo, el cine de Andy Warhol, queda más que claro que su entusiasmo es desmedido. Esto se aprecia muy especialmente en sus estupendas notas sobre “cine expandido”: aquí, las películas mismas —la mayoría de las cuales hoy sólo resistirían una revisión apenas motivada por el interés histórico— pasan a un segundo plano, y lo que hay que destacar es la agudeza de Mekas para detectar tendencias (el cine es —o será— el arte de su exhibición) e incluso anticipar paradigmas ideológicos y estéticos (el advenimiento de la “realidad fragmentaria”) sobre los cuales filósofos como Jean Baudrillard edificarán obras completas. Como apuntes visionarios de la última gran época de esplendor de las vanguardias norteamericanas, mención aparte merecen las crónicas de las visitas al taller donde Joseph Cornell da forma a su “cine hogareño” (al que Mekas define como “un invernadero mágico”), y de esa función demencial de teatro donde Jack Smith hace partícipe al público de la experiencia del “fin de la civilización” en un desolado departamento de la calle Grand en pleno Brooklyn.
Jonas Mekas, Cuaderno de los sesenta. Escritos 1958-2010, traducción de Guido Segal, Caja Negra, 2017, 448 págs.
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