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¿Qué es el genio? ¿Por qué algunas personas tienen un don inexplicable que roza lo divino? Estos interrogantes nos acechan al común de los mortales, excepto a aquellos tocados por la varita mágica. El hombre que conocía el infinito es otra historia más sobre un intelecto superior, un biopic de los que parecen abundar cada vez más, desde Una mente brillante (2001) hasta La teoría del todo (2014). Algunos dirán que esto se debe a que el genio al que hacemos mención no se vislumbra en la creatividad de los guionistas de la actualidad; otros, más justos, dirán que la realidad supera a la ficción y que es fuente inagotable de historias y personajes únicos.
El hombre que conocía el infinito narra la historia de Srinivasa Ramanujan (interpretado por Dev Patel), un indio de principios del siglo XX, matemático autodidacta y terriblemente pobre, que contra todo pronóstico (ya sabemos que siempre tiene que ser contra todo pronóstico) logra llegar al que en ese momento era el centro del mundo, Gran Bretaña, y a su ambiente académico, para compartir sus descubrimientos. Desde luego, no todo es tan fácil, ni en las películas ni en la vida, y Ramanujan se enfrentará a la incomprensión y al racismo, entre otras vicisitudes. G.H. Hardy (interpretado por Jeremy Irons, impecable como siempre) es el catedrático de renombre que invita a Ramanujan a Cambridge y pone en juego su reputación al apoyarlo a pesar de no entenderlo completamente. Ambos resultan ser la personificación de dos paradigmas diferentes de pensamiento, dos cosmovisiones alternativas. Ramanujan es profundamente religioso y cree que las matemáticas son una manifestación de la divinidad, o mejor dicho, que son divinas en sí mismas (no en vano la primera escena lo muestra en Madrás, escribiendo ecuaciones con tiza en el piso de un templo), mientras que el ateo Hardy considera que las matemáticas son una aventura de la mente y el raciocinio; una aventura tan grande que se le puede supeditar cualquier otro aspecto terrenal (algo más parecido a lo que Borges escribió una vez sobre el tema: “Las matemáticas, como la música, pueden prescindir del universo, cuyo ámbito comprenden y cuyas ocultas leyes exploran”). Sin embargo, Hardy reconoce el genio singular de Ramanujan y juntos forman una pareja improbable. La película, aun así, no logra un equilibrio perfecto entre el costado sentimental de la historia (el desarraigo de Ramanujan y sus peripecias) y sus pretensiones de “divulgación” con respecto a los no iniciados en el mundo de las matemáticas, a pesar de que resulta interesante en su propuesta de acercar al público una historia no tan conocida fuera de los ámbitos especializados.
El hombre que conocía el infinito (Gran Bretaña, 2015), guión y dirección de Matt Brown, 108 minutos.
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