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Grand Tour

Miguel Gomes

CINE y TV

Aunque suele decirse que el cine nació dividido entre la ambición documental de los hermanos Lumière y la afiebrada imaginación fantástica de Méliès, la oposición nunca fue tan tajante. En el invernadero de su casa parisina convertido en estudio, sin ir más lejos, el propio Méliès filmó su alocado Viaje a la luna, pero también una serie de noticieros falsos —actualités reconstituées— en los que el emperador de China, por caso, visitaba la Corte de St. James de Londres. Esa doble vocación ilusionista de realidad y fantasía alienta toda la historia del cine, pero nadie consiguió fundirlas con más libertad, inteligencia y gracia que el portugués Miguel Gomes. “Todas mis películas son remakes de El mago de Oz”, dijo alguna vez, aunque también se confesó admirador rendido de El sol del membrillo, esa joya documental de Víctor Erice sobre el pintor español Antonio López, obsesionado por dar realidad en la tela a un árbol de membrillo. Desde Aquel querido mes de agosto (2008) hasta la extraordinaria Tabú (2012) o la narración retrospectiva de Diarios de Otsoga (2021), Gomes fue encontrando formas cada vez más delicadas de virar imperceptiblemente del documental a la ficción o mezclar ambos registros hasta volverlos indiscernibles. En Grand Tour, ganadora del premio a la mejor dirección en Cannes, la mezcla es todavía más audaz, un híbrido de tiempos y espacios descoyuntados que el montaje y las voces en off en varias lenguas consiguen amalgamar en un único relato.

La historia, robada a unas pocas páginas de una crónica de viajes de Somerset Maugham, El caballero en el salón, es mínima pero pródiga en paisajes exóticos. En el puerto de Rangún —Birmania, 1918—, Edward (Gonçalo Waddington), un melancólico funcionario británico, abandona a su prometida a punto de llegar desde Londres para casarse, regala el ramo de flores con que la espera y huye intempestivamente a Singapur. Es sólo el comienzo de una fuga aventurada que lo lleva a Bangkok, Manila, Saigón, Osaka, Shanghái y el Tíbet. Pero el grand tour del título en realidad es doble o triple. No sólo porque en la segunda mitad de la película el recorrido de Edward se repite escala a escala en la empecinada persecución de su prometida Molly (Crista Alfaiate), sino porque ambos viajes de ficción filmados en estudio con un exotismo artificioso que recuerda El expreso de Shanghái de Von Sternberg se mezclan con las imágenes crudas que Gomes y su equipo filmaron antes en esos mismos lugares, anticipándose un siglo más tarde al viaje ficticio de los personajes. Edward y Molly no conseguirán reunirse en la pantalla, pero Gomes, prescindente de cualquier verosímil realista, reúne imágenes ficticias y documentales en dieciséis milímetros, blanco y negro, y color, superpone la decadencia del fin del imperio con el Oriente tumultuoso del siglo XXI (en la versión decolonial y soberana de Gomes se habla portugués en las colonias británicas), e invita al espectador a sumarse al juego anacrónico de tiempos y espacios. La mezcla, misterio de las formas, consigue reunir el pasado con el presente, la maravilla de las sorpresas con el dejo de melancolía que se alternan en los viajes, y el documento con la pura fantasía, hasta confundirlos en un torbellino de conmovedora belleza. Porque, de tan sorprendentes, ¿no parecen de ficción esos monjes japoneses que caminan tocando la flauta con unos canastos de paja en la cabeza? El rush hour en Saigón con cientos de motos girando en una rotonda al son de “El Danubio azul” bien podría pasar por una escena coreografiada de un musical o una secuencia en estudio de Jacques Tati.

Y es que por detrás de los cándidos artificios narrativos del cine clásico y la celebración de los hallazgos documentales, el cine de Gomes esconde una sutil reflexión sobre la narración siempre engañosa del cine con ecos de Chris Marker. No parece casual que entre los espectáculos populares que animan los viajes del grand tour abunden los teatros de marionetas y los karaokes, y que en la última secuencia —spoiler deliberado de la ficción— aparezcan los técnicos de la película asomados desde lo alto, como moviendo los hilos de la trágica escena final que están filmando.

Grand Tour (Portugal, 2024), guion de Mariana Ricardo, Telmo Churro, Maureen Fazendeiro y Miguel Gomes, dirección de Miguel Gomes, 128 minutos, disponible en Mubi.

17 Abr, 2025
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