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La gruta continua

Julián D’Angiolillo

CINE y TV

¿El futuro está bajo tierra? En tiempos en que los multimillonarios crean búnkeres para sobrevivir a la catástrofe climática salvándose solos, en La gruta continua el director Julián D’Angiolillo nos ofrece una mirada (y un sonido) diferente sobre el pasado, el presente y el futuro ecológico de la Tierra, adentrándose en su interior. Lo hace a través de la experiencia de quienes exploran y estudian las cavidades del planeta (cuevas, cavernas, grutas): los espeleólogos. Al mejor estilo de una etnografía de la ciencia, su cámara sigue a estos exploradores en su trabajo, pero también los retrata en tanto seres entrañables, extraños, sumidos en su curiosidad e intensa relación con el subsuelo. D’Angiolillo viaja a Italia, Eslovenia y Cuba. Entrecruza voces, fotografías, música y paisajes para reconstruir historias. No sólo la historia de la Tierra que emerge de sus eras geológicas, sino la historia del siglo XX con búnkeres de la Segunda Guerra o la Revolución Cubana, y las biografías de los exploradores. La vida de estos personajes merece una reseña en sí misma, pero hablaré del subsuelo: ese espacio atávico por excelencia; lugar de mitos, miedos, secretos, infierno, muerte, descubrimiento, refugio o viaje.

La Tierra respira y suena. Lo que rápidamente se aprende desde el comienzo del documental es que el aire es fundamental en esta ciencia. El humo del cigarrillo ―con el que el director construye una estética a lo largo del film― hace visibles las corrientes de aire y, por lo tanto, permite imaginar la configuración del espacio. Lo artesanal y la intuición conviven con los dispositivos modernos para medir el viento, que permiten a la vez reconstruir visualmente la forma de esos laberintos subterráneos. El director no solo sigue la exploración in situ con la cámara, sino que nos introduce en representaciones tecnológicas creando un viaje virtual.

Mirar es alumbrar. Las cavidades pueden ser estrechas, ceñidas, no aptas para claustrofóbicos, o pueden ser cuevas y laberintos de formas alucinantes con estalactitas y estalagmitas de diferentes colores creadas por tiempos geológicos. En una excursión por un río subterráneo, el guía invita a los turistas a mirar las formaciones que alumbra con una linterna. La luz artificial construye la mirada y el director la explota en diferentes formas: siguiendo la linterna del explorador o creando con diversas luces juegos estéticos a través de los cuales la gruta no es objeto de estudio sino un espacio de dinámica teatral.

La gruta continúa y es continua. El título del documental proviene del nombre del grupo de espeleólogos italianos, tomado de la consigna de las izquierdas (La Lotta Continua). Y sugiere dos imágenes que atraviesan el documental, una espacial y otra temporal. Por un lado, más allá de hasta dónde puede adentrarse el cuerpo humano en sus exploraciones, la gruta continúa y es lo que se trata de reconstruir con diversos dispositivos. Hay un más allá de esa formación. Las diversas “bocas” sobre la superficie muestran que la gruta es continua, no empieza ni termina en un punto. Pero lo continuo también aparece como relación entre la superficie y el subsuelo. Al llegar a una cascada subterránea, dice una exploradora, sentí olor a detergente. La contaminación viaja y se deposita bajo tierra. De acuerdo a cómo esté el clima, bajo tierra correrá el aire en diferentes velocidades. En tiempos de guerra, la caverna será refugio. En tiempos de paz, atractivo turístico.

Se dice que frente a un desastre ecológico la Tierra sobrevivirá, pero se extinguirá la especie humana. No sabemos si el futuro está bajo tierra, como reza la leyenda del grupo La Gruta Continua. Sí parece, como dice un experto durante una caminata por un búnker de la Segunda Guerra, que el tiempo subterráneo es lento mientras que en la superficie se acelera. El ritmo de tiempo largo y continuo de abajo contrasta con el vértigo de arriba, y es quizás la aceleración lo que nos está llevando a la extinción.

 

La gruta continua (Argentina, 2023), guion y dirección de Julián D’Angiolillo, 85 minutos.

25 Jul, 2024
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