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Los colonos

Felipe Gálvez

CINE y TV

Patrick Brantlinger estudia el discurso de extinción como una formación discursiva producida por el imperialismo europeo y estadounidense durante el siglo XIX, utilizada principalmente como recurso retórico para explicar y justificar las razones de la diezmación de los pueblos indígenas en el encuentro con el hombre blanco. Según Brantlinger (Dark Vanishings. Discourse on the Extinction of Primitive Races, 1800–1930), donde hubo encuentro hubo diezmación, y donde hubo diezmación hubo un discurso de extinción que supo explicarla. La idea del indígena como salvaje fue un elemento decisivo en la construcción de esos relatos, representado según dos tipos: el “salvaje noble” y el “salvaje salvaje” (wild savage), gemelo fantasma del primero. Mientras que el salvaje noble es rescatado de su primitivismo por la razón europea, el salvaje salvaje es autoexterminante, es decir, sus propias prácticas son la causa de su exterminio.

Los colonos, primer largometraje del chileno Felipe Gálvez, trabaja sobre ambas figuras. Ambientado en 1901 en la incipiente frontera chileno-argentina, narra el viaje del ex soldado escocés Alexander MacLennan (Mark Stanley), el cowboy norteamericano Bill (Benjamin Westfall) y el mestizo chileno Segundo (Camilo Arancibia) hacia el océano Atlántico. El objetivo del viaje es “limpiar” la ruta de indios para garantizar el seguro traslado de las ovejas del terrateniente Menéndez (Alfredo Castro). Pero el trayecto nos revela mucho más: la consolidación de un nuevo Estado y una nueva economía, el no-lugar que van a ocupar en ellos las poblaciones originarias, y las formas que toma la masculinidad en situaciones de opresión colonial.

En este contexto, Segundo es el salvaje noble. Hábil en el uso de armas de fuego, conocedor de la doctrina religiosa y dócil ante las órdenes del colono. Su gemelo fantasma es el pueblo Selk’nam, históricos habitantes de Tierra del Fuego y principales víctimas de las estancias ovejeras que se establecieron en la zona. La apariencia surreal de sus cuerpos pintados y su casi total exterminio hizo de los Selk’nam extraordinarios personajes cinematográficos. No por nada el cine chileno insiste en retratarlos. El documental El botón de nácar (2015) de Patricio Guzmán y la película Blanco en blanco (2019) de Théo Court son dos ejemplos recientes.

Mientras que Gálvez trabaja muy de cerca el punto de vista de Segundo —la segunda parte se titula justamente “El mestizo”—, los Selk’nam son vistos desde una distancia que podría llamarse epistemológica. Los conocemos porque son asesinados por MacLennan y Bill o porque aparecen como espectros en el medio de la noche. El propio Gálvez ha sugerido en una entrevista que esa distancia de puesta en escena responde al vacío bibliográfico que existe alrededor de los Selk’nam, al respeto de su diferencia y a no querer hablar por ellos. Sin embargo, esta decisión ética hace que su representación aparezca alineada con el discurso de extinción. Para Gálvez es posible narrar desde el punto de vista del salvaje noble porque es como nosotros, mientras que el salvaje salvaje es una otredad radical a la que sólo podemos representar a través de los ojos de Segundo.

Esta primera tipología de lo salvaje contrasta con la forma en que Gálvez retrata a MacLennan, Bill o Menéndez, los colonos. Sus masacres de comunidades indígenas claramente los representan como asesinos despiadados o, como dice Menéndez refiriéndose a los Selk’nam, “como las bestias que son”. En Time and the Other (1983), Johanes Fabian explica este bestialismo como una forma de “negación de contemporaneidad” que buscó imponer en las comunidades indígenas un pasado sin futuro, reforzando así la jerarquía espacial del colono. Los colonos son esa otra forma de salvajismo que no es la del discurso de exterminio sino la del sujeto que sostiene ese discurso. Es el salvajismo del hombre blanco, incapaz de reconocer al indígena patagónico como su contemporáneo.

Puede decirse entonces que la película pone en escena tres tipos de salvajes: el salvaje colono, el salvaje noble y el salvaje salvaje. La mirada del primero determina la condición salvaje de los otros dos, mientras que sus propias acciones lo determinan a él mismo como salvaje. Visto así, la puesta en escena de Los colonos reproduce por un lado la tipología del indígena como salvaje, propia de los discursos de extinción del siglo XIX, y por otro critica la actuación del colono en Tierra del Fuego, atrapado en las categorías de su discurso.

 

Los colonos (Chile, 2023), guion de Antonia Girardi y Felipe Gálvez con colaboración de Mariano Llinás, dirección de Felipe Gálvez, 100 minutos.

29 Ago, 2024
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