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Marinheiro das Montanhas

Karim Aïnouz

CINE y TV

No intenso agora (Brasil, 2017) de João Moreira Salles, Ficción privada (Argentina, 2019) de Andrés Di Tella, Pirotecnia (Colombia, 2019) de Federico Atehortúa Arteaga y Adiós a la memoria (Argentina, 2020) de Nicolás Prividera son sólo algunos ejemplos recientes de la frecuencia con que los proyectos documentales de la región indagan en la biografía política y sentimental de los padres. Marinheiro das Montanhas hace lo propio, pero con un vuelo imaginativo diferente, como bien sugiere el comentario en off del director al imaginar el romance de sus padres —estudiantes de posgrado en ciudades periféricas de Estados Unidos en los años sesenta— como una película inexistente protagonizada por Audrey Hepburn y Jean Paul Belmondo.

Aïnouz construye a sus padres más desde el cine que desde la historia, el activismo o la política (aunque también hace esto) y así, invita a pensar su investigación del espacio de origen de su padre argelino, a quien no conoció en persona hasta su edad adulta, como una especie de búsqueda de locaciones. En su comentario en off, especie de carta a la madre ya muerta, deja en claro que prefiere hacer este primer viaje al país paterno solo y por mar, sentando su tono íntimo y nostálgico. La película abre con la partida desde Marsella hacia Argel en un buque, mezcla de ferri y crucero medio pelo, y su anécdota podría resumirse en la paradoja de llegar a un lugar por primera vez y sentir que siempre se ha estado ahí. Aunque los locales reconocen a Aïnouz como extranjero, lo observan y lo confrontan con sospechas sobre aquello que está buscando ahí —que se exacerban cuando se enteran de que ni siquiera es francés, sino brasileño—, repetidos gestos en la película construyen el viaje como un regreso: por primera vez no necesita deletrear su nombre, ve a gente que se le parece, conoce a su homónimo, encuentra un pueblo lleno de Aïnouz, al igual que un cementerio, e incluso, después de cortarse el pelo en una peluquería local, parece perder todo rasgo de extranjería. Siguen los (re)encuentros familiares, el descubrimiento de historias de su padre y de sus antepasados, la emergencia de una extraña sensación de pertenencia a ese sitio nuevo pero de nombres ya conocidos, aunque sólo textualmente: Cabilia, la región, y Tagmut Azuz, el pueblo, no eran para el Aïnouz que crecía con su madre en Fortaleza, estado de Ceará, más que los nombres del misterioso lugar desde el que le llegaban las cartas paternas.

Con esto se dispara un juego imaginario que resulta encantador: discurre el visitante que ese pueblo bien podría haber sido el suyo y Cabilia el escenario de una vida alternativa en que quizás Karim Aïnouz hubiera sido un comerciante local, como tantos de sus parientes, o también un cineasta, pero esta vez criado en las montañas, que hubiera conjeturado a su vez cuál habría sido su vida en tierras maternas, en una ciudad de la costa brasileña, y que quizás estaría hoy visitando y haciendo un documental de exploración de las “locaciones” maternas en esas tierras exóticas. El oxímoron que se impone desde el título, Marinheiro das Montanhas, es una especie de factor que multiplica las realidades, las líneas históricas y las películas que, como la de Hepburn y Belmondo, nunca fueron.

 

Marinheiro das Montanhas (Brasil / Francia / Alemania / Argelia, 2021), guión y dirección de Karim Aïnouz, 95 minutos, disponible en MUBI.

4 Ago, 2022
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